Highwater nos enseña que la estrategia para sobrevivir puede ser luchar para avanzar o para quedarse y aprender a ser feliz.
Demagog Stud!o continúa con su lore postapocalíptico junto a Rogue Games. Highwater enseña un mundo inundado por agua insalubre y contaminada, peces envenenados y pequeños islotes con escombros para vivir. O te adaptas o sales de él.
En tiempos de apocalipsis gana la resiliencia. Adaptarse a la nueva vida y encontrar placeres cotidianos en la obligada normalidad. Highwater juega con esa postura en la que una pequeña sociedad vive alrededor de unas torre de apartamentos destartalados. Una torre de Babel construida por la necesidad y donde cada uno aporta su sabiduría propia de su pueblo por el bien común. Los primeros compases del juego se mueven en esas relaciones, en los vínculos creados por ese vecindario. Los personajes están bien construidos con pocas líneas. El entorno y su actitud reflejan el resultado de una vida muy dura pero con momentos de plenitud.
Todo este universo se presenta y contrasta con Nikos. El huérfano adolescente no renuncia a una vida mejor en Alphaville. La única ciudad que ha sobrevivido al desastre, donde viven los más poderosos dentro de unos muros inexpugnables. Nikos desea vivir en Alphaville o, según las recientes noticias, coger un cohete rumbo Marte para escapar del infierno de este planeta.

Nikos es el que navega la historia, pero la protagonista es la sociedad. A parte de los aldeanos de Hightowerwater, tenemos a un grupo de insurgentes que quieren derrocar el despotismo de Alphaville e implantar el suyo propio, unos vikingos que han optado por la senda Mad Max y los Alphavilianos rasos, que ha la sombra del poder, son meros trabajadores que hacen lo que se les pide, pero tampoco están convencidos de su posicion. Suena a tópico, pero no hay bandos buenos ni malos, sino las actitudes de los más poderosos.
Nikos y Los Argonautas
A simple vista parece que a bordo de la Argos, nuestra lancha de lona, podemos ir donde nos plazca, pero tenemos un camino bastante marcado y con amarres muy contados. Desplazarse con la barca, aunque relajante, no deja de ser una manera de ir del punto A al B con el sonido del motor acompañando.
Sonido de motor y la RHP. La radio pirata que da la información de Alphaville y pone música. Un apartado que destaca mucho el juego de Demagog. Siempre desde una perspectiva indie, tanto en la radio como en conciertos durante la historia. Se nutre de su mundo multicultural para crear canciones que te sumergen en sus aguas.

Las canciones lánguidas hacen avanzar la embarcación muchas veces hacia la nada hasta que se empieza a distinguir en el horizonte los restos de una civilización que llegó a lo más alto a costa del planeta hasta que este se cansó. grandes edificaciones, monumentos gigantes y mucha basura. Encontramos periódicos, carteles y libros con muchas referencias a la realidad. Advertencias hacia el mundo al que nos dirigimos.
El bosque no te deja ver la cuadrícula.
Cuando bajamos de la Argos y nos encontramos enemigos y la cosa se pone táctica. Highwater ofrece una lucha por turnos con cuadrícula en la que el entorno es muy decisivo. Dispone de elementos que se pueden utilizar a modo de arma como carritos o basura para lanzar. También hay trampas que se activan al final de cada turno y que es preferible no terminar cerca.
Los personajes tienen diferentes estilos de lucha y se pueden cambiar sus armas, aunque hay muy poca variedad. No hay un verdadero crecimiento a medida que avanza la aventura. Es realista, todo sucede en un par de días. No puedes evolucionar mucho.

Demagog quiere contarte su historia y el combate no la embarra. Es un sistema muy sencillo, no un desafío. Hay varios personajes que están muy desequilibrados y el juego alardea con un logro propio. Pero gracias al uso del entorno y algunas mecánicas más no resulta aburrido, pero tampoco estimulante.
Conclusiones.
Demagog nos hace recapacitar hacia dónde vamos como humanidad. La importancia de la comunicación mezclada con la conservación de la cultura como mecanismo de supervivencia frente al crecimiento tecnológico son control. Una supervivencia que se puede reflejar en aceptar viviendo “feliz” con los que se tiene o luchando por escapar del sistema. Muestra todas las caras de un mundo perdido y aunque muestra una huída, deja claro que ninguna opción es correcta por completo.