Little Nightmares 3 mantiene la esencia, pero no logra reinventarse del todo y tropieza con su ambigua jugabilidad.
Supermassive toma el relevo con respeto… y cautela.
Tras dos entregas desarrolladas por Tarsier Studios, la saga cambia de manos. Little Nightmares 3 nace en los estudios de Supermassive Games, conocidos por Until Dawn y The Dark Pictures Anthology. El desarrollador británico asume el reto de continuar una franquicia que ha brillado por su atmósfera inquietante y su narrativa visual. El resultado es una tercera parte que sí transmite lo que es un “Little Nightmare”, pero lo hace con una fórmula que empieza a mostrar signos de desgaste.

La estética sigue siendo grotesca, infantil y perturbadora. El diseño de enemigos, escenarios y protagonistas mantiene ese equilibrio entre lo adorable y lo macabro. Sin embargo, la falta de innovación mecánica y narrativa hace que el cambio de estudio se note más en lo que no se ha hecho que en lo que se ha logrado.
Historia: una huida sin palabras, pero con peso emocional.
En Little Nightmares 3 controlamos a Low y Alone, dos niños atrapados en un mundo de pesadilla llamado Nowhere. Como es tradición en la saga, no hay diálogos ni textos explicativos: todo se cuenta a través de imágenes, gestos y ambientación. La narrativa es ambiental, fragmentada y como estamos acostumbrados totalmente abierta a interpretación.

La historia se desarrolla en distintos escenarios conectados por un espejo mágico, lo que permite transiciones entre mundos. Aunque este recurso puede parecer menos orgánico que en entregas anteriores, la progresión sigue siendo coherente con el tono onírico y surrealista de la franquicia. Cada nivel introduce nuevos enemigos y desafíos, y aunque el inicio puede parecer genérico, el juego gana fuerza conforme avanza.
El cooperativo como novedad, pero con ritmo irregular.
La gran novedad de esta entrega es el modo cooperativo online. Por primera vez, dos jugadores pueden recorrer juntos los escenarios, resolviendo puzles que requieren sincronización y colaboración. Low lleva un arco, Alone una llave inglesa, y ambos deben combinar sus habilidades para avanzar.

Una de las consecuencias más notables del modo cooperativo es la pérdida de tensión individual. En entregas anteriores, la soledad era parte esencial del terror: estar solo frente a lo desconocido amplificaba cada crujido, cada sombra, cada persecución. En Little Nightmares 3, al estar acompañado por otro jugador, o por una IA demasiado competente, la sensación de vulnerabilidad disminuye. Compartir el miedo lo diluye, y aunque hay momentos intensos, la presencia constante de un aliado convierte la pesadilla en una aventura compartida más que en una experiencia claustrofóbica. Esto no significa que el juego no tenga momentos inquietantes, pero sí que el tono cambia: el miedo se transforma en tensión cooperativa, y eso puede no ser lo que algunos jugadores esperaban de un Little Nightmare.
Jugabilidad a medio gas.
Por otro parte, el diseño de los puzles no siempre aprovecha las posibilidades ni las mecánicas al máximo. Muchos acertijos son simples, y en modo un jugador, la IA resuelve demasiado rápido los desafíos, lo que reduce la sensación de logro. Además, el ritmo del juego sufre altibajos: hay secciones intensas seguidas de momentos más planos. Las mecáncias nuevas introducidas, como planear con un paraguas, el arco o la llave inglesa de nuestros protagonistas se usan de manera muy puntual. Finalmente te quedas con la sensación de que Supermasive Games no ha sido valiente, y al pecar de conservador estas mecánicas no han sido explotadas del todo.

El sigilo, las persecuciones y los momentos de acción están presentes, pero no evolucionan respecto a entregas anteriores, evocando todo el rato a escenas y momentos que ya hemos vivido en las dos entregas anteriores. Por último, y no menos importante, el juego peca del uso de animaciones/transiciones a modo de trampilla de manera exagerada. Esto rompe mucho el ritmo, se tratan de checkpoints o puntos de carga enmascarados pero necesarios, aunque que como hemos reseñado rompen el ritmo demasiado a menudo. El juego dura unas 5-6 horas, y aunque eso no es un problema en sí, la falta de profundidad en las mecánicas hace que se sienta más corto de lo que realmente es.
Una pesadilla visual de alto nivel.
Aquí es donde Little Nightmares 3 brilla con fuerza. El apartado visual es espectacular, con escenarios detallados, iluminación brutal que te hace estar inmerso y animaciones fluidas. Cada nivel está diseñado para provocar incomodidad, curiosidad y miedo, sin recurrir a sustos baratos. En algunas fases puede pecar de demasiado oscuro. Si no dispones de una tele oled con HDR puede ser difícil avanzar al no ver determinados objetos o salidas necesarios para la aventura.

Los enemigos son grotescos y memorables, los entornos están cargados de simbolismo, y el juego logra transmitir emociones complejas solo con su arte. En plataformas como Xbox Series, PS5 y PC, el rendimiento es sólido, y en consolas portátiles como la Xbox Rog Ally X, la experiencia sigue siendo notable.
Una atmósfera sonora que envuelve y perturba.
El diseño sonoro acompaña perfectamente la estética del juego. La música ambiental, discreta pero efectiva, y los efectos de sonido como crujidos, susurros, paso refuerzan la tensión constante. Aunque no hay temas tan memorables como en entregas anteriores, el conjunto funciona muy bien para sumergir al jugador en la pesadilla.

Conclusión, una pesadilla compartida que no termina de evolucionar.
Little Nightmares 3 es una entrega que respeta profundamente el legado de la saga, pero que no se atreve a dar el salto hacia algo verdaderamente nuevo. Supermassive Games ha logrado mantener la atmósfera, el estilo visual y la narrativa ambiental que caracterizan a la franquicia, pero lo ha hecho con una fórmula que empieza a mostrar signos de agotamiento.
El modo cooperativo es un añadido que aplaudimos, aporta frescura y permite nuevas dinámicas, pero no se explota con la profundidad que podría. En solitario, la experiencia pierde parte de su encanto, y los puzles se sienten menos desafiantes. A nivel técnico, el juego es impecable, con gráficos y sonido de primer nivel, pero la jugabilidad y la historia no alcanzan el mismo nivel de excelencia que nos dejaron las dos entregas anteriores.
En definitiva, Little Nightmares 3 es una buena continuación, ideal para fans de la saga y para quienes busquen una experiencia breve pero intensa. Sin embargo, quienes esperaban una evolución significativa o una reinvención del concepto, pueden quedarse con la sensación de que la pesadilla no ha cambiado lo suficiente. Una entrega sólida, pero que juega demasiado seguro.
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Little Nightmares 3
39.99€Pros
- Diseño artístico y visual sobresaliente
- Narrativa ambiental evocadora
- Cooperativo online funcional y bien integrado
- Ambientación sonora inmersiva
- Respeto por la esencia de la saga
Cons
- Falta de innovación jugable
- Ritmo irregular y mecánicas poco explotadas
- Modo un jugador menos satisfactorio
- Historia menos impactante que en entregas anteriores
- Duración limitada sin gran rejugabilidad