Análisis de Assassinˈs Creed Mirage para Xbox Series X.
Con 15 años, 13 títulos principales, 9 spin-offs, libros, comics y hasta una película, Assassinˈs Creed se ha convertido en una de las franquicias más importantes y famosas en la industria del videojuego. Ubisoft nos ha contado durante todo este tiempo la historia de la Hermandad de los Asesinos a través de diferentes épocas históricas. Desde las cruzadas del siglo XII hasta la Revolución Industrial de la época victoriana del siglo XIX, pasando entre medias por el Renacimiento, la Revolución Francesa o la Guerra de la Independencia estadounidense, entre otras. A través del Animus hemos podido experimentar las vivencias de personajes tan dispares como Altaïr, Ezio Auditore o Edward Kenway. Ahora, Ubisoft nos presenta a un nuevo protagonista en Assassinˈs Creed Mirage, un juego más “humilde” que se aleja de los inmensos mundos abiertos para centrarse en su historia y mecánicas de sigilo.
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Basim, el ladrón que se convirtió en maestro asesino
Assassinˈs Creed Mirage nos transporta a la ciudad de Bagdad a finales del siglo IX, en plena edad de oro del califato Abasí. Nuestro protagonista es Basim Ibn Ishaq, un joven ladrón de dedos ágiles que ha sobrevivido toda su vida en las calles a base de hurtos. Pero a causa de un incidente ocurrido durante un robo para la Orden de los Ocultos (como se conocía originalmente a la Orden de los Asesinos), Basim se convertirá en el objetivo de los Antiguos (los que luego pasarán a ser los Templarios) y deberá huir de la ciudad.
Años más tarde, Basim se ha unido a los Oultos. Entrenado por Roshan, otro personaje central de la historia, ha logrado convertirse en un maestro asesino. Junto a su mentora, regresará a Bagdad para iniciar una rebelión contra el califato, el cual está siendo manejado desde las sombras por los Antiguos. Durante su aventura, nuestro protagonista irá descubriendo el destino que le une a la Orden y la relación que hay con un aterrador genio cadavérico que aparece en sus sueños.

Originalmente, Mirage se diseñó como un DLC de AC Valhalla. Es por ello por lo que su historia es una precuela de este último título. No obstante, aunque aparezcan personajes y ciertos elementos de conexión, estamos ante una aventura que funciona perfectamente de manera independiente.
Silencioso y letal como una serpiente
En su diseño, Assassin’s Creed Mirage fusiona ciertos elementos de las últimas entregas con una estructura más lineal, típica de los juegos originales. ¿Quiere decir esto que hay menos libertad? Para nada. Una vez completado el prólogo del juego y el primer asesinato, la trama se abrirá y podremos realizar los distintos objetivos en el orden que queramos, antes de seguir con la senda principal. En Mirage se vuelve a utilizar el mapa de investigación para reunir las misiones principales. Poco a poco iremos reuniendo pistas que nos aporten más información sobre los Antiguos, sus rasgos y su ubicación para que finalmente acabemos dándoles caza.

En las misiones de asesinato es donde Mirage se luce más y evoca a los clásicos de la saga. Como os comentaba al principio, en este juego Ubisoft se ha volcado al máximo con el sigilo. Los escenarios están creados para sacar provecho de las habilidades de infiltración de Basim. Acabar con nuestro objetivo sin que nos vean se podrá hacer de muchas formas diferentes. Podremos hacerlo de forma directa, ocultándonos en las sombras o bien incorporando elementos sociales de infiltración. Distracciones tales como contratar músicos, mercenarios que entretengan a los guardias enfrentándose a ellos o mezclarnos con el gentío para pasar desapercibidos.
Aunque lo más interesante serán las técnicas de infiltración que requieran cosas más concretas. Conseguir un pase para una subasta y comprar el tesoro que busca nuestro objetivo, recoger el cargamento confiscado de un mercader para que nos ayude a colarnos en una fortaleza, escondidos en su carro, o disfrazarnos de eunuco para entrar en un harén donde se lo está pasando bien nuestro blanco serán algunas de ellas.
La espada será el último recurso en Assassin’s Creed Mirage
Cuando realicemos una infiltración o una misión de asesinato habrá que ir con pies de plomo. Como si de un GTA se tratase, en Assassin’s Creed Mirage tendremos un medidor de “Se Busca” que irá subiendo si nos pillan cometiendo actos ilegales como robar o asesinar guardias. Cuanto más alto sea nuestro nivel de “Se Busca”, más rápido nos detectarán por las calles y más poderosos serán los guardias que el califa envíe a matarnos. Para reducirlo podremos recurrir a diferentes posibilidades como arrancar carteles o sobornar a un Munadi. Estos pregoneros que encontraremos por las calles de Bagdad hablarán bien de nosotros si hacemos un buen trueque con ellos. Una vez más, otro guiño a las entregas originales.
Pero si la cosa se pone fea, habrá que desenvainar la espada, y es aquí donde el juego pierde fuerza. A la hora de enfrentarnos a un enemigo nos encontraremos ante un sistema de combate heredado de Odyssey y Valhalla pero sin sus elementos RPG. Esto quiere decir que no tendremos ninguna clase de movimiento especial, más allá de la concentración de asesino (una habilidad temporal que nos permite realizar asesinatos encadenados de una tacada). Esta carencia hace que el combate se sienta muy plano, únicamente limitado a ataques fuertes o normales, esquivas y un bloqueo con una ventana de parry amable.

Tampoco tendremos diferentes tipos de armas como lanzas o mazas. Solo podremos equiparnos con espadas para atacar y dagas para defendernos. Eso sí, todas ellas contarán con atributos especiales que mejorarán con la subida de nivel del arma. La falta de variedad en las armas cuerpo a cuerpo se ve sustentada por los diferentes tipos de herramientas como cuchillos voladores, bombas de humo, trampas o una cerbatana que dispara dardos somníferos. Muy útiles para luchar contra enemigos pesados o que nos saquen muchos niveles.
Progresa adecuadamente
Y hablando de niveles, cuando realicemos misiones con éxito, ya sean principales o secundarias, Basim subirá de nivel. Esto nos concederá puntos de experiencia que podremos gastar en mejoras para nuestro protagonista. Nada nuevo bajo el sol.

Basim cuenta con tres ramas de habilidades: una dedicada al sigilo (Fantasma), otra a la supervivencia (Embaucador) y otra a mejorar a Enkidu (Depredador), nuestra águila de compañía que vuelve a ser una mecánica importante en este juego. La primera rama desarrollará las habilidades de asesinato y concentración. La segunda desbloquea huecos para herramientas y mejora la capacidad de Basim para perpetrar hurtos. Por último, la tercera, como bien os decía antes, evolucionará las habilidades de nuestro compañero alado para marcar enemigos ocultos o tesoros.
Bagdad, la joya del desierto
A nivel técnico, Assassin’s Creed Mirage está cargado de altibajos. Un problema que probablemente esté ligado a que sea un título intergeneracional. El juego ha salido tanto para consolas de nueva y pasada generación y se puede apreciar mucho en las animaciones faciales de los personajes. Es cierto que Ubisoft nunca ha destacado por tener las animaciones más punteras del mercado, pero si comparamos este título con AC Valhalla veremos que hay una clara diferencia.
Pero lo realmente curioso es que, al contrario que los personajes, los escenarios sí se notan verdaderamente cuidados. Las calles de Bagdad rebosan vida, están llenas de bullicio con transeúntes paseando y mercaderes vociferando sus productos. Se siente que estemos en una auténtica urbe árabe. La iluminación provoca reflejos en el agua, sombras en las paredes de los edificios o crea efectos al pasar a través de los árboles, regalándonos puestas de sol muy bonitas que nos incitarán a usar el modo foto. Lo mismo ocurrirá por la noche, cuando descubramos el mágico cielo estrellado del desierto.

Aunque estemos en un juego de proporciones más pequeñas, explorar cada rincón del mapa es una gozada gracias al magnífico sistema de parkour. Se nota que ha mejorado una barbaridad. Basim es capaz de moverse y saltar de tejado en tejado con total fluidez. Además, podremos aprovechar elementos del entorno como poleas, tirolinas, ganchos o andamios para no parar de correr nunca o entorpecer a los guardias que nos persigan.
En cuanto a la tasa de frames, el título nos permite elegir entre dos modos: rendimiento y calidad. Con el primero (en mi opinión el más recomendable) jugaremos a 60 fps estables y con una buena calidad gráfica. Obviamente, si queremos disfrutar al máximo del potencial gráfico, elegiremos la segunda opción. A cambio, eso sí, de sufrir algunos tirones puntuales en el framerate.
En definitiva
Aquellos jugadores que busquen un título más íntimo, alejado de los inmensos mundos abiertos y la exploración, y con una trama más lineal encontrarán un oasis en Assassin’s Creed Mirage. Un juego que no pretende superar a sus antecesores, sino devolvernos la fórmula clásica de las entregas originales, pero con olor a nuevo.
Para ello se ha explotado al máximo las mecánicas de sigilo a costa de sacrificar elementos del combate cuerpo a cuerpo. Los escenarios están aprovechados para que planifiquemos cada asesinato meticulosamente y todo salga perfecto. Por ello da mucha rabia que la IA enemiga actúe de forma tan inconsistente. Habrá ocasiones donde los guardias nos detecten al más mínimo movimiento y otras que ni se inmuten, aunque nos hayamos cargado a tres compañeros suyos delante de sus narices.
Con todo ello, estoy convencido de que Mirage gustará tanto a nuevos como a veteranos en la saga. Una entrega diferente que nos evocará espejismos de nostalgia mientras recorremos con Basim las polvorientas calles de Bagdad para derrocar a la Orden de los Antiguos.