Exographer es un juego que hace un análisis de la física de las partículas elementales para contar una historia y aún así atrapa.
Desde su nombre, SciFun Games, el estudio francés deja claro su misión: aprender jugando es el mejor método, aunque no te acerques al juego con ese fin. Es para echarse a temblar cuando alguien intenta vender un videojuego de esta manera. Siempre se inclina la balanza hacia alguno de los lados y la víctima, en su mayoría, suele ser la diversión resultando productos planos, con mucho conocimiento de materias docentes y pocos elementos jugables. El equipo de Exographer lo forman científicos juguetones con las mismas horas de joystick y microscopio. Ya en su diario de desarrollo se puede comprobar un amplio número de referencias a juegos y cómo están en constante toma y daca entre científicos, diseñadores y programadores por conseguir la mejor forma de plasmar el mundo de las partículas elementales a un videojuego.
Arqueólogos de la ciencia.
Un grupo científico entre los que se encuentra InI, nuestro protagonista, recibe una llamada de auxilio de los Nanitans, una civilización ya extinta porque su planeta se ha visto afectado por una nuevas Materias “Absurdas”. La llamada viene de parte de un grupo de nueve científicos que cada uno en su campo contribuyeron al estudio de la estructura de estas materias para salvar el planeta. Nuestra labor: recopilar toda esa información y reconstruir los hechos que llevaron al desastre. Exploramos a través de InI la academia donde compartían vida, así como las diferentes instalaciones científicas siendo testigos del avance en sus estudios.

Exographer es un metroidvania de exploración. Enemigos como tal no hay, se basa más en plataformas y resolución de puzzles para poder avanzar. Aquí el enemigo es la inteligencia (o la falta de ella) y la capacidad de entender el mundo y sus peligros (las materias absurdas). La base científica respira todos los aspectos del juego.Como dato, todos los gadgets y cómo interactúan con las materias tiene su explicación real y plausible. Existen puzzles de plataformas donde jugar con nuestras herramientas (llamarlo poderes o power ups le quita peso científico) y sus efectos sobre las materias absurdas nos hace poder alcanzar y accionar los diferentes mecanismos para obtener más información. Pero la verdadera ciencia reside sobre la pizarra y el papel o en este caso, en nuestra tableta. Nuestro mayor poder es hacer fotos. Somos turistas en el apocalipsis. Cada captura nos otorga información que se traslada a la tablet. con lo que vamos descubriendo los secretos de cada zona y sus habitantes.

Como he dicho no hay enemigos como tal, pero sí una suerte de jefes finales: Los Análisis. Las fotos revelan unos rayos con un movimiento, cadencia y onda. Tenemos que descubrir la secuencia. Estos puzles más o menos complicados se asientan en una lógica aplastante y la parte docente del grupo se ha preocupado por una curva de dificultad sólida y constante añadiendo elementos sobre un mismo ejercicio haciendo que una suma termine siendo una ecuación con todas las letras del alfabeto. Según comentan está basado en experimentos del CERN: No hay que asustarse, son profesores y los explican bien. En general los puzzles son fáciles. El fin de todos estos experimentos es rellenar una Piedra Roseta que descubre las partículas elementales y cómo reaccionan entre ellas. Esta es la parte más densa de la experiencia, pero no es necesario entenderla, pero una vez ya metidos en faena resulta hasta interesante aunque entiendas la mitad porque eres de letras (como es mi caso).

Diseño muy medido.
El pixelart en el que se desarrolla Exographer marca el estilo claramente retro con referencias (en cuanto a imagen) juegos de 16 a 32 bits. Lo implementan de forma sorprendente en algunas ocasiones. Ejemplo de ello es el túnel de teleportación del inicio donde pasamos de ser dos píxeles gordos a el complicado cuerpo de InI, simulando la reestructuración de la materia. La dirección artística está muy cuidada, inspirándose en lugares propios de la ciencia ficción pero tan reales como colisionadores de partículas, observatorios de rayos cósmicos que se encuentran en desiertos o cavernas subterráneas donde se aíslan los neutrinos. Todo esto lo recorremos en un mapa muy bien entretejido y con la exacta dosis propia de los metroidvania para aparentar libertad de movimientos pero ofreciendo un relato de la historia casi lineal.
En este punto se echa de menos un mapa completo y no lo que te ofrece: una mapa detallado de cada sección, no la visión general a la que estamos acostumbrados. Una licencia que sólo facilita el juego, quizá demasiado porque puedes perderte, sí, pero el nivel de detalle en los mapas de cada sección y la información que te ofrecen es demasiado minuciosa. Siempre vas a saber dónde te falta algo y qué zona has completado. Lo que sí logra como metroidvania es el movimiento fluido de InI. Exographer no requiere de una gran habilidad de movimiento, pero sí sincronía en el uso de las habilidades que vamos adquiriendo. Se complementan en muchas ocasiones de maneras sorprendentes y la resolución de algunas zonas depende de la pericia para activarlas y desactivarlas, interactuando con las diferentes materias absurdas para salir de una zona o activar alguna máquina.

Conclusiones.
Exographer no atrae por su ciencia ni por la chapa que algunas veces tiene en forma de texto, engancha por el juego. Atrapa por su pixel art y su exploración tranquila por un mundo sin enemigos pero desafiante en sus rompecabezas para permitirte avanzar. El tema de aprender sobre física de partículas elementales te viene dado por la historia y por una curva dificultad muy cuidada, a veces en exceso. El nivel de progresión hace asimilar tan bien los conceptos que resulta lógica la resolución y por lo tanto parece fácil. La balanza cae en este caso hacia lo lúdico, pero deja un poso de conocimiento gratificante que creo cumple la función del estudio.