Análisis de Mika and the Witch’s Mountain para Xbox Series X. Una nueva aventura de Chibig que nos calienta el corazón.
Si os gustan las películas del estudio Ghibli, es muy probable que conozcáis “Nicky, la aprendiz de bruja”. En ella, una pequeña bruja en periodo de entrenamiento se divierte volando en su escoba por una idílica ciudad marítima, donde va conociendo a sus habitantes y descubriendo el mundo. La amistad, la independencia y las responsabilidades son algunos de los valores fundamentales del film. Algo que ha plasmado a la perfección Chibig en su nuevo videojuego: Mika and the Witch’s Mountain.
No es la primera vez que este estudio independiente toma como referencia las ideas morales (y el estilo artístico) del director Hayao Miyazaki para sus obras. Esto ya lo vimos previamente en uno de los primeros lanzamientos de los valencianos, Summer in Mara. Y es que el ritmo calmado, la libertad de movimiento y los personajes entrañables regresan una vez más en una experiencia de juego de lo más placentera y divertida.
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De bruja a repartidora de correos
La pequeña Mika está a punto de empezar su primer día en la Escuela de Magia de la gran Maestra Bruja Olagari. Ganas no le faltan, pues es una niña muy motivada, valiente y segura de sí misma. ¡Hasta viene con una carta de recomendación de su madre! Sin embargo, no contaba con que su primera lección consistiría en lanzarse al vacío desde lo alto de Mont Gaun. ¡Menudo porrazo!

Con la escoba totalmente destrozada, Mika tendrá que apañárselas por sus propios medios para regresar a la cima de la montaña. Para ello, exploraremos el pueblo que se encuentra a los pies de la colina, la Isla de los Vientos. Aquí Mika conocerá a Allegra, la artesana del lugar, que nos arregla nuestro maltrecho y peculiar vehículo volador. Sin embargo, los parches no son suficientes y para reparar por completo nuestro medio de transporte nos veremos obligados a trabajar. ¿Cómo? Pues de repartidora para la empresa de mensajería Amazing Deliveries.
Aquí tiene su paquete ¿Me pone un sellito, por favor?
Aunque está catalogado dentro del género de plataformas 3D, Mika and the Witch’s Mountain más bien es un “delivery game”. Es decir, un juego de repartos.
La jugabilidad se basa principalmente en realizar entregas de un lado a otro de la isla, volando sobre nuestra escoba o a pie. Dichos encargos tendrán sus propios requisitos (como que el paquete no se moje, no sufra daños o llegue en un tiempo determinado a su destinatario) que son los que determinan la dificultad del juego. Dependiendo del estado y la eficiencia de la entrega, los clientes nos pondrán un sello distinto en nuestra cartilla. Dependiendo de si las estampillas son verdes, naranjas o rojas ganaremos mucho o nada de dinero.

Volando voy, volando vengo
La clave para realizar un trabajo perfecto residirá en saber cuándo debemos usar la escoba y cuándo debemos ir andando. Aunque lo verdaderamente importante será entender cómo funcionan las corrientes de aire.
Y es que la Isla de los Vientos se llama así por algo. Deberemos aprender cómo funciona el vuelo de Mika y saber tomar las corrientes ascendentes o vientos de cola para controlar la altura y la velocidad. Entender elementos como las físicas, las distancias, los impulsos o la verticalidad es realmente esencial para realizar un trabajo perfecto.

No obstante, Mika and the Witch’s Mountain no es un juego que se caracterice por su dificultad, ni mucho menos. Aunque ciertos repartos son más exigentes que otros y, posiblemente, tengamos que repetirlos, la inmensa mayoría de misiones son muy asequibles. Algunas incluso permiten que continúe la historia, aún si el paquete no cumple los requisitos de entrega.
Con todo el encanto del “chibigverso”
De esta forma, Chibig deja claro que quiere ofrecernos una experiencia calmada. Durante las 6-8 horas que dura el juego, podremos viajar por toda la isla sobre nuestra escoba, explorando cada rincón y secreto. Además, el estudio valenciano ha vuelto a situar su nuevo título en el mismo universo que otros de sus juegos. Lo cual se traduce, sobre todo, en pequeños descubrimientos y simpáticos guiños a sus anteriores aventuras.
Por su parte, a nivel gráfico, Mika and the Witch’s Mountain recrea el estilo de la época dorada de los 128-bits. Los escenarios, coloridos y brillantes, resultan muy placenteros durante nuestros viajes de acá para allá. Asimismo, las animaciones de las cinemáticas acompañan a la estética del juego sin desentonar. Todos los personajes tienen su propia personalidad y resultan entrañables, aunque no hablen. Incluso los NPC que solo cuentan con una frase son originales. La traducción de los diálogos está llena de expresiones españolas típicas, lo cual consigue que queramos pararnos a conversar con todos ellos para descubrir qué nos dicen.

En lo que respecta al apartado sonoro, tendremos una banda muy bonita compuesta por temas muy relajantes y alguna que otra melodía más alegre que van cambiando según la zona de la isla en la que estemos.
Me gustaría comentar también que, en rendimiento, el juego va bastante fluido en Series X y no existen caídas de frames. Por desgracia, se me ha cerrado unas cuantas veces de forma automática mientras lo probaba para escribir este análisis. Seguramente este problema se solucione con una actualización los días posteriores a su lanzamiento, pero quería dejar constancia de ello.
En definitiva
Entre tanto triple A y tanto videojuego exigente, Mika and the Witch’s Mountain se siente como un soplo de aire fresco. Un videojuego creado para dejar volar nuestra mente y, simplemente, disfrutar de su precioso apartado gráfico o sus simpáticos protagonistas. Es cierto que a nivel jugable no ofrece demasiada variedad. Pero a veces solamente necesitamos repartir paquetes surcando los cielos en una escoba voladora para ser felices.
Mika and the Witch’s Mountain
19,99 €Pros
- Apartado gráfico muy bonito y agradable
- Personajes entrañables con historias que, en ocasiones, emocionan
- Controles muy intuitivos para jugadores de todas las edades
- Experiencia de juego calmada para disfrutar a tu ritmo
Cons
- Jugablemente puede hacerse algo repetitivo
- Crasheos ocasionales (a la espera de que se arregle con un parche)