Orcs Must Die! ha sido durante más de una década un referente en el género tower defense, gracias a su mezcla de estrategia, acción directa y humor desenfadado.
Orcs Must Die! Deathtrap es spin-off de la saga original desarrollado por NeocoreGames, que comparte muchas mecánicas y el espíritu del juego original. Estos títulos llevan desde 2011 dando guerra a los orcos. Con 4 juegos previos, Orcs Must Die! Deathtrap es el quinto de esta prolífica saga.
Si hacemos recuento tenemos el primer Orcs Must Die! 1 de 2011, Orcs Must Die! 2 lanzado en 2012. Mas tarde un intento centrado en el multijugador lanzado en 2017 y llamado Orcs Must Die! Unchained del que casi podríamos decir que era un MOBA. En 2020 llegaría Orcs Must Die! 3 una continuación directa con mejoras gráficas y nuevas mecánicas, lanzado inicialmente como exclusivo de Stadia.

Así que Deathtrap sería el quinto título de esta saga. Un juego que podría decirse que se vuelve a alejar de las raíces originales, con una propuesta más oscura, profunda y centrada en el componente RPG y roguelike.
Jugabilidad: Estrategia y acción en tiempo real.
Como en entregas anteriores, el objetivo es proteger el Rift de oleadas de orcos usando trampas letales y posicionamiento estratégico. Puedes colocar barricadas, trampas de fuego, pinchos, congeladores, rayos… lo que nos deja como es costumbre un Base tower defense de manual.

Como ya hemos visto en la evolución de estos títulos, Orcs Must Die! Deathtrap, nos permite tener el control de un héroe como añadido extra. No solo colocaremos trampas, también manejaremos a un personaje en tercera persona, lo que añade dinamismo. Podemos combatir cuerpo a cuerpo o a distancia, según la clase que elijamos de todas las que componen el elenco. Aunque esta parte no ha evolucionado demasiado respecto a títulos anteriores, está bien implementado y hace que el juego sea muy entretenido.
Roguelite y RPG.
Orcs Must Die! Deathtrap nos propone además de todo esto una experiencia nueva. Tras cada oleada, deberemos elegir mejoras temporales que afectarán a nuestras trampas o habilidades de héroe. Estas se desbloquean a medida que jugamos y son aleatorias, pudiendo elegir entre 3 opciones cada vez que completemos una oleada. Todo esto le da ese toque Roguelite del que hablábamos. Aunque en principio prometía más variedad, la verdad, es que estas elecciones no cambian radicalmente la experiencia y hemos sentido que no son definitorias.

Otro aspecto loable, es que nuestro héroe tiene una árbol de talentos enorme. Podremos ir desbloqueando mejoras para nosotros y nuestra trampas a medida que avanzamos en la historia. Además, nuestro castillo base tiene varios vendedores donde podremos adquirir nuevas trampas o mejorar las que ya tenemos.

Por último, el diseño de mapas está muy bien logrado. Los escenarios ofrecen múltiples rutas y puntos de estrangulamiento, obligándonos a adaptar la estrategia constantemente, siendo todo una delicia para los amates del género. En mi caso las horas se me han pasado volando. Partidas de 2 horas se sentían como 10 minutos dada la extrema inmersión que exige el título a todos los niveles.
¿Pero y la historia?
Pues en esta edición brilla por su ausencia. Sin campaña narrativa a diferencia de entregas anteriores, no hay una historia que guíe la progresión. El juego se centra exclusivamente en la jugabilidad, lo que puede hacer que se sienta vacío para quienes buscan una experiencia más completa.

El mínimo Lore, pese a que el universo de Orcs Must Die! tiene potencial, aquí se ve reducido a una ambientación genérica de fantasía. No hay desarrollo de personajes ni eventos que profundicen en el mundo.
¿Visual y técnicamente qué tal?
Pues Orcs Must Die! Deathtrap mantiene el estilo desenfadado y colorido de la saga, con gráficos que cumplen sin destacar demasiado. Es cierto que el diseño de enemigos esta mucho mejor que en juegos anteriores y que la variedad es altísimima. Aun así, no es el punto fuerte del juego. Los escenarios son variados y bien construidos, con ambientaciones que van desde fortalezas heladas hasta cavernas volcánicas. Aunque no busca realismo, el estilo cartoon funciona bien para el tono del juego.

La banda sonora acompaña bien la acción, con temas rítmicos y épicos que refuerzan la tensión. No obstante, carece de piezas memorables o variaciones significativas entre niveles. Las trampas, armas y enemigos tienen efectos bien definidos. El sonido de los orcos al morir, las explosiones y los impactos son satisfactorios y ayudan a transmitir la brutalidad del combate.
Vuelta al Multijugador online.
Otra de las novedades es que en Orcs Must Die! Deathtrap podremos jugar con hasta 4 amigos online. Este modo cooperativo permite que hasta 4 personas se enfrenten juntos a las hordas. La coordinación es clave y habrá que repartirse tareas entre colocar trampas, defender rutas y combatir directamente. Y es que las hordas, se multiplican de manera exponencial.

A diferencia de entregas anteriores, esta versión se centra exclusivamente en su núcleo jugable. No hay campaña narrativa ni modos PvP, lo que puede limitar la variedad. En partidas online, las mejoras y decisiones afectan a todo el equipo, lo que añade una capa táctica interesante. Sin embargo, la progresión roguelike puede sentirse repetitiva en ciertos momentos y poco motivadora.
CONCLUSIÓN
Orcs Must Die! Deathtrap es una apuesta arriesgada que intenta renovar la fórmula de los tower defense con mecánicas roguelike y rpg. Aunque mantiene la esencia divertida y estratégica de la saga, algunos cambios no terminan de cuajar del todo. El multijugador, sin embargo, brilla por su cooperación y profundidad táctica.
Es un título pensando para los amantes del género, que sin duda encontrarán en él un pozo de horas y diversión aseguradas. Además, su componente online y multijugador lo complemente a la perfección para que, quienes disfrutan de los tower defense duros y especialmente en compañía Orcs Must Die! Deathtrap sea una buena compra.
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