Shadow Labyrinth nos invita a vivir un metroidvania muy particular con la inestimable colaboración del mítico Comecocos
No son pocos los juegos que se han hecho a colación de PAC-MAN. Es un icono tan mítico que lo hemos visto infinidad de veces, e incluso en estos últimos años seguimos recibiendo títulos donde es el propio protagonista. Pero nunca lo habíamos visto en una faceta tan… adulta y macabra. En Shadow Labyrinth no comerá a los coloridos fantasmas que todos conocemos, pero si que engullirá espíritus del pasado que recomponen un planeta repleto de secretos. ¿Preparados para desengranar lo que sucede a nuestro alrededor?

Bolitas ciberpunk
Como no podía ser de otra forma, Bandai Namco es la encargada de desarrollar esta propuesta. Estamos ante un título que se podría considerar como metroidvania… aunque hay menos exploración o backtracking que otros juegos del mismo género. Pese a esa supuesta simplicidad, necesitaremos escudriñar cada rincón si queremos conseguir los potenciadores, materiales y dinero para mejorar a nuestro protagonista. Y ya os digo yo que lo necesitaréis, porque algunos enemigos finales nos harán sudar de lo lindo.
Si queréis empaparos bien de la historia que rodea Shadow Labyrinth, os recomendaría antes de empezar a jugar que echarais un vistazo al capítulo de Secret Level ambientado en el propio PAC-MAN. Este episodio sirve como precuela a todo lo que acontece después, y nos servirá para entender un poco más el lore, sus personajes y sus propios objetivos. Por supuesto que podéis empezar el juego sin ver nada con anterioridad, y así viviréis de primera mano los problemas que implican al Espadachín nº 8, el personaje controlable de esta aventura.

Un espadachín necesita más que una espada
La consciencia de nuestro héroe será invocada en un planeta ajeno a lo que conoce. Allí se aliará con PUCK-MAN, una versión cibernética muy parecida a la bolita amarilla que todos conocemos. Formaremos un dúo muy bueno con el, cumpliendo sus objetivos y limpiando todas las amenazas que salen a nuestro paso… aunque la verdad de todas nuestras acciones se esconde muy al fondo de nuestro entendimiento. Iremos conociendo varios personajes que nos abrirán nuestras miras, y deberemos tomar la decisión de pensar por nosotros mismos si nos estamos convirtiendo en unos tiranos o estamos arreglando el mundo que pisamos.
Aunque al principio arrancaremos la aventura con un simple ataque de espada, pronto iremos adquiriendo nuevas habilidades que serán esenciales para poder avanzar adecuadamente. Ya lo he dicho antes, no es un metroidvania que nos obligue a merodear para encontrar el camino correcto, pero sí que resulta importante explorar todo lo posible. Aparte de ataque especiales, dobles salto o dash, lo más llamativo serán los poderes que el propio PUCK-MAN nos ofrezca.

Sin puntuaciones que batir
Si activamos unos rieles específicos, podremos convertirnos en Comecocos y desplazarnos a través de ellos devorando todas las bolitas que contaremos a nuestro paso. Una habilidad muy chula que se complementa perfectamente bien con los momentos donde de verdad jugamos al PAC-MAN. O más bien al PAC-MAN Championship Edition, con todos los potenciadores que ello conlleva.
Junto con esta habilidad, nuestro Espadachín nº 8 podrá convertirse en GAIA cuando se fusiona con el mismo PUCK-MAN. En estos momentos nos convertiremos en toda una bestia robótica sedienta de destrucción. Nuestros pasos serán más lentos, pero nuestros ataques serán devastadores. Incluso nos servirá para resolver algún que otro puzle que Shadow Labyrinth nos tiene preparado para estos momentos.

Laberintos con demasiadas sombras
Viéndolo en perspectiva, la obra de Bandai Namco no está nada mal. Tiene una historia interesante, acción y exploración equilibrada y una serie de combates contra jefes finales que nos pondrán contra las cuerdas. De hecho, muchos combates los terminé con mi medidor de vida bajo mínimos y con las fuerzas justas para hacer otra esquiva más. Pero tengo la sensación que todo podría ser un poquito mejor. Especialmente en lo referido con el diseño de personajes y de niveles.
El principal problema que veo a Shadow Labyrinth es que no tiene un diseño de fases que conecte con el jugador. Son espacios muy monótonos y repetitivos que solo sorprenden cuando sales de esa zona para adentrarte en la siguiente. Las cuevas del principio, la subida al árbol, las estructuras futuristas que nos encontraremos… no veo mucha lógica en su diseño, y en ocasiones hace que me salga del propio mundo donde transcurre la acción.
Los enemigos, como actúan los mismos en las mismas zonas, también se repiten en exceso. Es verdad que según avanzas en la trama se vuelven cada vez más complejos y requieren pensar si quieres hacer parry o esquivar el ataque. Pero al principio pueden llegar a ser un dolor de muelas, especialmente cuando quieres recopilar dinero o materiales para conseguir nuevas mejoras. Es un juego lento, y no veremos todo el potencial que puede dar su sistema de combate hasta que no pasen, por lo menos, 5 o 6 horas.

Conclusión de Shadow Labyrinth
He de reconocer que tenía muchas ganas del juego de Bandai Namco y los primeros compases fueron un poco tibios. Una historia que no se entiende, un esquema basado en los metroidvania muy sencillo y unas fases que se repetían demasiado. Pero poco a poco, con una pizca de paciencia, todos aquellos problemas se fueron disolviendo para dar paso a una obra que, sin revolucionar el género, entretiene mucho por todo lo que ofrece.
Los combates, especialmente contra los enemigos finales, resultan siempre muy intensos. Unos momentos donde más vale que nos preparemos bien, y para eso nada mejor que explorar el planeta en busca de mejoras. Además, los guiños al propio PAC-MAN y esos cambios de jugabilidad tan drásticos cuando nos convertimos en Comecocos vienen de maravilla para desconectar un pelín de tanta escenografía futurista. Si te gusta PAC-MAN, y quieres una versión mucho más oscura de él, no dudes en completar tu colección con Shadow Labyrinth. Sólo para los más glotones…