Guardianes de la Noche – Las Crónicas de Hinokami 2
Hablar de Kimetsu no Yaiba ya no es simplemente hablar de un anime de moda. Es referirse a un fenómeno cultural que trascendió las pantallas japonesas y conquistó audiencias en todos los rincones del planeta. La historia de Tanjiro, Nezuko y los cazadores de demonios se instaló en la conversación popular como una de las obras más impactantes de la última década. Era cuestión de tiempo que esa fuerza se trasladara a los videojuegos, y lo hizo en 2021 con Guardianes de la Noche – Las Crónicas de Hinokami. Aquel primer título cumplió el sueño de los fans: por fin podíamos blandir nuestras espadas, ejecutar Respiraciones y revivir los combates del anime desde dentro.
Sin embargo, el entusiasmo inicial dejó también un regusto agridulce. La fidelidad audiovisual estaba fuera de discusión, pero el juego se sentía contenido en modos, opciones y profundidad jugable. Como si fuera un aperitivo exquisito, pero demasiado breve. Por eso, cuando se anunció la secuela, la expectativa se disparó: ¿sería ahora el salto definitivo? ¿Podría Las Crónicas de Hinokami 2 transformarse en la experiencia definitiva para los seguidores de Kimetsu no Yaiba?
La respuesta, tras varias horas con el mando en la mano, es que sí y no. La segunda entrega mejora en casi todo lo que debía mejorar, amplía el abanico de posibilidades y, sobre todo, se siente más consciente de su lugar dentro de la saga. Pero al mismo tiempo todavía arrastra ciertas limitaciones que le impiden ser ese referente indiscutible dentro del género de la lucha anime.

Un legado que pesa, una promesa que ilusiona
Para entender esta secuela hay que mirar atrás. El primer Las Crónicas de Hinokami fue recibido con la euforia típica de los fans, pero también con la crítica de quienes esperaban más allá del homenaje visual. Había pocos personajes iniciales, el modo historia era espectacular pero breve, y los contenidos secundarios no terminaban de sostener la experiencia a largo plazo. Aun así, se valoró su accesibilidad: no era un título complejo ni críptico, sino una puerta abierta para que cualquier seguidor del anime pudiera sentirse dentro de la acción.
Esa fue la base sobre la que se construyó esta segunda entrega. Las Crónicas de Hinokami 2 se plantea como el paso lógico: mantener la fidelidad al material original, pero con un sistema de combate más robusto, un plantel más variado y un modo historia que cubre más terreno de la serie. Y en buena parte lo consigue.

Un espectáculo visual que no pierde identidad
Si hay algo que nadie puede negarle a esta saga es su aspecto gráfico. CyberConnect2, el estudio encargado, tiene un historial sólido adaptando animes al videojuego —Naruto Ultimate Ninja Storm es prueba de ello— y aquí vuelve a demostrarlo. La secuela mantiene el cel shading que imita a la perfección el estilo de ufotable, pero da un paso más allá: hay más detalle en los modelados, más fluidez en las animaciones y una iluminación que aporta espectacularidad en cada golpe.
La sensación al ejecutar una técnica definitiva sigue siendo la de estar viendo un episodio del anime, pero ahora con mayor contundencia. Los efectos de partículas, el agua que brota con la Respiración de Tanjiro, las llamas de Rengoku o los destellos eléctricos de Zenitsu son auténticos fuegos artificiales en pantalla. Si en el primer juego ya era un placer visual, aquí la intensidad se multiplica.
Es cierto que los escenarios siguen siendo algo más modestos: bellos, sí, pero en ocasiones algo vacíos. No llegan al nivel de interacción de otros juegos de lucha, pero cumplen su función como telón de fondo para las coreografías.

Un apartado sonoro que conquista al fan
En el sonido, Las Crónicas de Hinokami 2 se nota solido. La banda sonora no solo retoma temas icónicos del anime, sino que los reinterpreta para elevar la tensión en combate. Es música que golpea y emociona, capaz de acompañar la acción sin perder ese tono épico característico.
El doblaje es otro punto fuerte. Están presentes tanto las voces japonesas originales como la opción de escuchar el doblaje en inglés, ambas de gran calidad. Además, los textos llegan correctamente localizados al castellano, con una traducción que respeta la terminología propia de la serie, lo que se agradece especialmente a la hora de disfrutar la historia sin perder matices. Pero para cualquier fan que haya seguido la serie en versión original, escuchar a Natsuki Hanae (Tanjiro) o Akari Kitō (Nezuko) gritar sus técnicas en pleno combate es un regalo. Los efectos de sonido también acompañan: cada impacto resuena con peso, cada respiración tiene un eco casi ritual, y las técnicas definitivas rugen como si quisieran romper la pantalla.

Jugabilidad: accesible, pero con más matices
Uno de los grandes temores era que esta secuela se quedara estancada en lo jugable. Por fortuna, no es así. El videojuego mantiene la filosofía de accesibilidad que hizo del primer título una entrada amable al género, pero suma mecánicas que añaden profundidad.
Los combates siguen girando en torno a la simplicidad de ejecutar combos con pocos botones, pero ahora hay más espacio para la estrategia. La gestión de la barra de energía es más importante, los contraataques castigan con mayor justicia y los movimientos de apoyo de los personajes secundarios abren la puerta a combinaciones más elaboradas.
El plantel de personajes también se amplía de forma considerable, superando los 40 luchadores, prácticamente el doble que en la primera entrega. Esta variedad permite experimentar estilos muy distintos y otorga mayor frescura a los combates. La variedad de estilos enriquece el juego: no es lo mismo controlar la serenidad letal de Shinobu que la potencia bruta de Inosuke. Esto da pie a partidas menos repetitivas y a que cada jugador encuentre a su favorito.
En el modo historia, los combates se mezclan con secuencias narrativas que siguen de cerca los arcos del anime. No hay grandes sorpresas para quien ya conozca la trama, pero sí momentos de espectacularidad que emocionan al fan. Y aunque no alcanza la profundidad técnica de un Guilty Gear o un Tekken, su propuesta es clara: ser un juego de lucha disfrutable para todos, sin exigir años de práctica.

Duración: lo que da la campaña y lo que sostenga el online
En términos de duración, la secuela amplía lo que ofrecía la primera entrega. El modo historia puede completarse en unas diez horas, dependiendo de cuánto te detengas en los desafíos y coleccionables. Se trata de una campaña intensa y espectacular, aunque muy guiada por momentos que los fans ya conocen del anime.
El verdadero reto está en lo que el jugador haga después. El modo versus local y online, junto a los desafíos, son los pilares de la rejugabilidad. Aquí es donde el juego pone a prueba su capacidad de enganchar a largo plazo. El multijugador en línea se siente más estable que en el primer título, pero aún queda camino para consolidar una comunidad competitiva fuerte; mas teniendo en cuenta que no cuenta con cross-play (juego cruzado) entre plataformas. A esto se suman los Desafíos y las Misiones de entrenamiento, que plantean objetivos concretos y ayudan tanto a pulir la técnica como a exprimir el plantel de personajes. Asimismo, para quienes necesiten un repaso del primer juego, el título incluye El camino del matademonios, un modo que revive los combates más importantes de la primera parte. Es un extra útil, pero no sustituye a la historia original: si no has jugado al primer juego ni seguido el anime, lo recomendable sigue siendo empezar por ahí antes de lanzarte a esta secuela.
Otro añadido interesante son las Rutas de entrenamiento, que convierte los combates en un pequeño tablero estratégico: cada enfrentamiento tiene requisitos y bonificaciones que añaden un toque de planificación al juego. No es una modalidad que destaque especialmente, pero supone un buen pasatiempos una vez completada la historia principal.
Para el fan casual, la duración puede ser más que suficiente: revivir el anime en clave jugable, experimentar combates con amigos y explorar el plantel. Para quienes buscan un juego de lucha que los acompañe durante meses, quizá no alcance la profundidad deseada.
Una conclusión entre el corazón y la razón
Guardianes de la Noche – Las Crónicas de Hinokami 2 es un título que entiende su misión: ser un homenaje jugable a una de las series más queridas de los últimos tiempos. Y en ese objetivo, cumple con nota. Mejora lo que debía mejorar respecto a la primera entrega, amplía sus modos y ofrece un espectáculo audiovisual que se siente casi mágico.
No obstante, también arrastra limitaciones: su modo historia, aunque épico, carece de novedad para los ya iniciados; sus escenarios aún podrían ser más ricos; y, sobre todo, su jugabilidad, aunque pulida, sigue estando un escalón por debajo de los grandes referentes del género.
Aun así, como fan, es difícil no emocionarse al ver en pantalla a Tanjiro desatando su Respiración del Agua, a Nezuko transformándose en medio de un combate o a Rengoku desplegando su llama imparable. Este juego es, ante todo, un puente entre la pasión del anime y la interactividad del videojuego. Y como tal, es una experiencia que ningún seguidor debería dejar pasar.
En definitiva, Guardianes de la Noche – Las Crónicas de Hinokami 2 no es el título que revolucionará el género de la lucha, pero sí es el que hará sonreír, emocionarse y vibrar a los fans de Kimetsu no Yaiba.
Guardianes de la Noche -Kimetsu no Yaiba- Las Crónicas de Hinokami 2
59.99€Pros
- Mejor plantel de personajes jugables que su antecesor
- Es espectacular en lo visual, y está recreado de una forma muy fidedigna respecto al material original
- Más modos de juego que la primera entrega
Cons
- Seguimos echando en falta una capa más de profundidad en su faceta jugable
- El plantel de luchadores aumenta, pero algunos son formas o transformaciones distintas del mismo personaje
- Inexistencia de juego cruzado entre plataformas