Assassin’s Creed: Shadows nos propone una gran historia en el Japón feudal del siglo XVI, de la mano de Yasuke y Naoe.
Assassin’s Creed: Shadows ya está aquí, tras algún retraso y muchas expectativas el título de Ubisoft aterrizó, por fin, en consolas y PC. Entre entregas principales, spin-offs, juegos móviles y expansiones independientes tenemos un total de 46 juegos de Assassin’s Creed, lo que nos arroja unas cuantas preguntas, ¿Aporta este juego algo a la saga? ¿es continuista? ¿es más de lo mismo? ¿merece la pena? Vamos a desgranar todo esto.

Historia, atmosfera y ambientación top.
Para empezar y como toda nueva entrega de Assassin’s Creed, ésta llega con una ambientación totalmente renovada. Por primera vez la saga visita el lejano oriente y lo hace concretamente a al Japón más icónico, el feudal. Ese que nos ha enamorado a tantos de nosotros con sus bucólicas postales, su férreo apega al honor y como no, una época plagada de icónicos samuráis, ronin y shinobis.
En Assassin’s Creed: Shadows viviremos en primera persona los intentos de unificación de Japón por parte de Oda Nobunaga. Conocido como el “El Conquistador Brutal” fue un líder clave en esta unificación del país. Nuestra joven protagonista será Naoe y vivirá en sus carnes la llegada de Nobunaga a su tierra, Iga, y como su clan Fujibayashi, no es capaz de frenar al terrible y sangriento conquistador.

En este instante histórico arranca nuestra aventura con Naoe como protagonista en búsqueda de venganza y una antigua y misteriosa caja. Tras prometer a su padre custodiar la caja, esta le es arrebatada durante la invasión. Naoe se embarca en una búsqueda que le llevará a cruzar su camino con Yasuke. Este no es ni más ni menos que guerrero al servicio del conquistador Oda Nobunaga. Yasuke es una figura histórica real. Reconocido como el primer samurái de raza negra que ostentó el título de samurái, será coprotagonista de esta aventura.
Cinemáticas por doquier.
Por primera vez esta saga nos cuenta una historia con mucha tela que cortar, bien hilada, con el animus olvidado y ocupando un lugar residual. En esta entrega se narra en el presente del juego, 1580 y en las anteriores donde los recuerdos y flashbacks de los protagonistas son jugables. Con ambos personajes, Naoe y Yasuke, como el eje central recorreremos una de las épocas más convulsas de Japón. Todo ello adornado con incontables horas de cinemáticas ingame. Algo que nos ha sorprendido por novedoso, ya que es la primera vez que la saga adquiere como propio este concepto y forma de narrar.

Para los más puristas este exceso de cinemáticas puede romper el ritmo natural que esta saga suele tener, para otros, más cansados de siempre lo mismo, puede suponer un soplo de aire fresco. Para nosotros es elogiable que Ubisoft intente algo distinto, independientemente del resultado. En nuestro caso, nos ha encantado porque el juego adquiere tintes más profundos, con decisiones puntuales dentro de las cinemáticas que te harán sentir parte de la historia y no un mero espectador.

Con todo estos ingredientes podemos decir que la historia de Assassin’s Creed: Shadows es justo lo que esperábamos, una gran historia, con giros bien presentados, personajes bien desarrollados e historias bien contadas que no buscan la autocomplacencia y que permite que nos sintamos parte, por primera vez en muchos años, de lo que se nos narra. Con una trato a la cultura japonesa, que, desde mi prisma, es todo lo que se podía esperar y más. Porque Assassin’s Creed: Shadows te sumerge de lleno en la cultura japonesa.
Japón por los cuatro costados.
Y es que el argumento del juego nos llevará a aprender la ceremonia del té, las relaciones entre aprendiz y sensei, los entresijos de los comerciantes japoneses y los roles que cada estrato social cumplía en la época. También disfrutaremos del cambio de estaciones vivenciando tifones, épocas de lluvia y floraciones del sakura en su máximo esplendor. Puede que un japones se eche las manos a la cabeza con todo esto, pero para nosotros ha sido como tirarnos de cabeza en una refrescante piscina llena de matices y cultura japonesa de la que hasta la fecha solo habíamos conocido lo más superficial.

Todo estos intentos de Ubisoft de crear la atmosfera prefecta se juntan con una gran y espectacular apartado visual. Cualquier cosa que podamos elogiar o alabar a nivel gráfico se va a quedar corto. Y es que estética y visualmente es una orgía para nuestros ojos. El entorno se siente muy vivo, lleno de árboles, riachuelos, matorrales que varían con las inclemencias del tiempo y los cambios de luz. Se ve un grandísimo trabajo de Ubisoft en este sentido. El movimiento de la vegetación con el viento es espectacular. Nunca habíamos visto nada igual en otro título.
Visualmente, lo mejor.
Las recreaciones de los asentamientos, ciudades y templos también son espectaculares. Te quedaras parado contemplando estampas perfectas que te dejarán absorto. Incluso el más vulgar jardín zen de una casa “random” hará que te pares a disfrutar de la paz que trasmite. Sin embargo, hay aspectos menos loables. Por ejemplo las animaciones de los personajes, tanto corporales como faciales hacen poca justicia al resto del juego.

Las animaciones de las caras y expresiones de los personajes distan mucho de la calidad y buen apartado técnico del resto del título. Los movimientos de enemigos y protagonista no son malos, pero no suponen ninguna diferencia con sagas anteriores. Aun con estas salvedades Assassin’s Creed: Shadows es el título que mejor luce de todos los recreados por esta saga hasta la fecha.
Sin embargo, no todo es oro.
Y pensareis, con una buena historia, contada de manera novedosa y un apartado visual exultante, nada puede salir mal. Craso error amigos, y es que Assassin’s Creed: Shadows en su jugabilidad vuelve a caer en los estereotipos y clichés que tanto se le reprochan Ubisoft. Pocas son las novedades a nivel jugable. Quizas lo más reseñable es el poder alternar con dos personajes tan distintos, Naoe una shinobi ágil y veloz; y Yasuke un samurái gigante y contundente. Del resto poca novedad ya que casi todo se siente igual.

Tenemos las mismas mecánicas de siempre, atalayas a las que subir, zonas que investigar y enemigos que matar. El combate sigue siendo poco exigente, mucho más centrado en el farmeo y el loteo como forma de avanzar, que en las habilidades como jugador. El parkour que tanto ha caracterizado a la saga, continua en declive, perdiendo peso. Algo que antaño era fundamental para acceder a ciertas zonas, sigue pierde protagonismo a cada entrega. Es cierto que con Naoe y su gancho se vuelve más dinámico, permitiéndonos enganchar cualquier saliente. Sin embargo, esta herramienta hace que el parkour y la escalada sean demasiado sencillos y accesibles, perdiendo las sensaciones que antaño lo convertían en un desafío.
Por otro lado, tenemos las mecánicas de sigilo de siempre. Donde no se introducen novedades en un sistema poco trabajado y nada evolucionado. Apenas hay observación e investigación de los enemigos. Seguimos con la premisa de siempre, meternos en un seto, silbar y matar al masilla de turno sin que nadie nos vea. Es cierto que se ha recuperado el asesinato de perfil bajo, algo que se echaba de menos en las últimas entregas, pero este no aporta mucho. Con todo esto la jugabilidad de Assassin’s Creed: Shadows difiere poco con respecto a anteriores ediciones de la saga.

Las novedades no son las esperadas.
Los intentos de Ubisoft por dotar al juego de más profundidad jugable se han centrado en cosas que aun trato de ubicar en mi cabeza. Para empezar la gran mejora viene de la mano del gestor de construcción. Ahora nuestra guarida se puede decorar y editar de tal manera que pensaras por momentos que esta ante un mod del Japón feudal de los SIMS. Algo que un jugador de Assassin’s Creed no creo que busque en este título.

Otros intentos vacíos de darle un giro a la jugabilidad ha sido el de presentarnos las misiones de forma más original y de darle una vuelta al árbol de talentos. Sin embargo, estos esfuerzos no han sido suficientes para contentarnos y seguimos con la visión de que Assassin’s Creed: Shadows poco se diferencia ya de cualquier RPG ya antes visto.
CONCLUSIÓN
Assassin’s Creed: Shadows es un título que enamora a primera vista en lo visual. Con una recreación del Japón feudal a nivel de detalle y atmosfera que nunca antes habíamos visto en un juego. Te sumergirá de lleno en una época icónica de la historia oriental. Disfrutaras de su increíble apartado técnico y de una historia contada de manera novedosa y plagada de cinemáticas. Si Assassin’s Creed: Shadows fuera el primer título de Ubisoft estaríamos ante una obra maestra. Sin embargo, en el fondo del armario siguen estando lo mismo que hemos visto entrega tras entrega. Casi, la misma jugabilidad, las mismas mecánicas y el mismo estilo Ubisoft que puede por momentos llegar a cansar. Y es que se antoja muy complicado poder innovar en una saga con más de cuarenta títulos, y donde existen, ahora mismo, tantas luces como sombras.
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