Diablo IV y Lilith nos brindan una de las historias más ricas en argumento y gameplay rozando la perfección.

Los inicios siempre son difíciles, pero bajo mi humilde opinión es más complicado aún, mantenerse en lo más alto durante mucho tiempo. Y si hablamos de hacerlo durante décadas, lo definiría como un logro imposible. Imposible para un mortal, para alguien mundano, o para gente corriente, pero es que Diablo tiene, ha tenido y tendrá siempre esa aura mágica (o demoniaca) que encandila y atrapa, convirtiéndolo en algo extraordinario capaz de mantearse en lo mas alto durante tres décadas.

Y es que hace 27 años, en 1996 Blizzard Entertainment lanzó al mercado el primer Diablo. Un juego que en su momento ya sentó cátedra convirtiéndose en un referente para el mundo. Desde ese momento, se comenzó a hablar de juegos “tipo Diablo” un estilo de juego que muchos han querido imitar, pero que pocos han logrado encumbrar.

Cuando durante décadas el mejor juego de un estilo lleva tu sello estamos ante algo grandioso. Solo recuerdo otro caso, Fromsoftware con Dark Souls o Elden Ring, el mejor souls sigue siendo el que dio nombre a la saga. Con Diablo ocurre lo mismo, durante 27 años, el mejor juego tipo diablo, ha sido, es y será el Diablo de Blizzard Entertaiment.

Si algo funciona, no cambies, mejóralo.

Y es que, hasta hace una semana, el mejor juego del género, era sin duda Diablo III, y digo era porque 13 años después, el rey del infierno y el cielo ha sido derrocado por su sucesor de manera honrosa pero aplastante. Diablo IV ha aterrizado haciendo temblar los cimientos de la tierra y el cielo, removiendo conciencias y generando angustia como todos esperábamos. Y todo ello sin tratar de rizar el rizo, de hacer tirabuzones o adornando con cosas triviales. Blizzard Entertainment ha cogido la saga y le ha dado todo lo que le faltaba, respetando la identidad, origen y sensaciones de las tres ediciones anteriores.

Mas y mejor en todo.

Y es que Diablo IV es la culminación de años de escucha a la comunidad, de cientos de horas de entender que le faltaba a la saga. Fruto del trabajo de programadores, diseñadores y demás personal que es evidente, son jugadores de Diablo IV y han hecho el juego que todos esperábamos.

Con una historia como pocas hemos visto en el mundo de los videojuegos. Algo que parece manido como la lucha entre el cielo y el infierno es traído de nuevo a la palestra, con frescura y acierto. Sin enredos innecesarios y con una riqueza argumental que nos atrapará desde el minuto uno. Diablo IV es, argumentalmente, el mejor de todos los Diablos que hemos disfrutado en todos estos años.

Entre el cielo y el infierno

Lilith, el demonio que impulsa nuestra aventura, es convierte en co-protagonista de la historia. La línea argumental nos muestra a una Lilith, esposa, madre y demonio sedienta de venganza y con motivaciones, hasta cierto punto, lícitas. Diablo IV se ubica 50 años después de que Lilith creara la tierra que habitamos. Fruto de su amor con el arcángel Inarius nació Santuario, la tierra que recorremos. Creado como una huida, o vía de escapa a la eterna guerra entre el cielo y el infierno, este nuevo reino proporcionaría a ambos: un santuario, libre de disputas. Fruto del amor también tuvieron descendencia, mitad Demonio, mitad Ángeles. Así nació una nueva raza conocida como los Nephalem. Sin embargo, su unión y la creación de esta nueva raza fue vista como una abominación tanto en el Infierno como en el Cielo.

Nephalem, demonios y ángeles.

Los Nephalem se volvieron una raza poderosa, tan poderosa que sus antiguos aliados vieron en su existencia, una amenaza. Tanto las fuerzas de los Altos Cielos como las de los Infiernos Abrasadores dirigieran su atención a Santuario, invadiendo y masacrando a muchos de los Nephalem antes de que pudieran convertirse en seres demasiado fuertes.

Lilith enloqueció y su fuerza malévola se canalizó en proteger a su familia y su legado, decidiendo que la única forma de vivir en paz era destruir el Cielo y el Infierno.  Les declaró la guerra a ambos. Inarius, no tuvo más remedio que exiliar a Lilith al Vacío, ya que su amor le impedía matarla. Ahora en, Diablo IV, Lilith regresa invocada por unos incautos y con un Santuario dividido entre adorar a una Lilith engrandecida por su ausencia o un Inarius idolatrado como única alternativa.

Empaquetado perfecto, para la maldad y el horror

Todo este conglomerado argumental se mezcla de manera sublime con un apartado técnico y visual que respeta, mejora y engrandece el arte conceptual de esta saga ya histórica. Y es que Diablo IV nos presenta avances increíbles y mejoras en todos los aspectos jugables y visuales que hemos relatado. Podríamos dedicar horas a analizar cada apartado. Su gameplay es fabuloso. La perspectiva isométrica siempre tan plana ahora presenta volumen de manera natural y mucho mejor que en Diablo III. Nos veremos descendiendo o ascendiendo por grutas, valles o cuevas de manera natural. Desde la perspectiva isométrica, en principio tan restrictiva, el juego es invadido por una tercera dimensión bien implementada y que da mucho juego.

Diablo IV es un portento de gráfico, con una resolución a 4k y un nivel de detalle único en este tipo de títulos mantiene los 60 fps totalmente estables durante todo el juego. Da igual que haya 100 enemigos en pantalla con explosiones y físicas. El trabajo de Blizzard y la optimización del juego es digna de estudio por otros muchos estudios.

La ambientación también es una locura. Un Santuario que cuenta con un ambientación oscura, tórrida y deprimente fruto del momento que vive. Unos habitantes que buscarán en nosotros, la ayuda a sus desgracias, llenando el juego de misiones secundarias que removerán los cimientos de nuestra conciencia y de nuestro estómago. Y es que Santuario es más cruel, más oscura, más real que nunca. Con gran cantidad de biomas diferentes que harán que cada paso por el mapa sea un descubrimiento, no se siente repetitivo y el nivel de detalle de cada uno de ellos es de otro mundo.

Suave y divertido; Horroroso y oscuro.

Todo lo bien que luce no es menos si hablamos de jugabilidad. Y es que el juego es una maravilla a nivel de jugabilidad, se respetan todos los aspectos característicos de esta saga. Un RPG por todos los costados, que no inventa nada, porque ya lo habían hecho, pero sí que mejoran todo. El árbol de talentos nos presenta cuatro vertientes en cada una de las cinco clases presentes que nos bridan hasta 20 formas diferentes de luchar por Santuario. Ya sea con un nigromante, con el pícaro, el bárbaro, la hechicera o el druida.

Blizzard siendo la mejor Blizzard.

Si algo ha caracterizado a este estudio siempre, han sido sus intros o trailers CGI. En Diablo IV, Blizzard Entertainment vuelve a dejarnos claros que son los maestros en generar este tipo de contenido. La intro inicial es digna de una película. Durante el juego veremos varias como esta que darán paso entre los actos que componen el juego. Pero no serán la base central del argumento, gracias al potente motor gráfico que han creado, el juego esta lleno de cinemáticas creadas con el motor del juego que nos dejarán aluciado y que pueden servir de muestra del nivel técnico de este título. En las cinemáticas ingame podremos ver a nuestro personaje tal y como va vestido en ese momento. El nivel de detalle es tal que tanto en estas cinemáticas como durante el gameplay en isométrico la pantalla estará llena de objetos y físicas.

Si llegamos a un altar y cogemos su bendición, la explosión santa moverá ramas, hierba, nieve, agua o arboles cercanos con un realismo increíble. Si lanzamos un ataque al aire este romperá lo que se encuentre a su paso, nada es estático, nada este puesto de “relleno”. Todo se siente parte dinámica del entorno y es maravilloso.

Diablo IV entra por el ojo y el oído.

Si visualmente sus detalles, efectos de luces y reflejos nos dejan obnubilados, más estupefactos quedaremos cuando oigamos este Diablo IV. Y es que Blizzard Entertainment ha hecho un trabajo perfecto en este aparatado. Cada zona del mapa suena diferente. Como ejemplos, cada pisada suena distinta dependiendo del terreno que pisemos. Si es agua, nieve o tierra si es cemento o roca. Todo suena de manera distinta. Es más, si hay mucha agua o mucha nieve, suena diferente. En Diablo IV, más allá de las pisadas, todo tiene un sonido único y personalizado. Pocas veces oiremos dos efectos para el mismo enemigo, los gritos ahogados y guturales envuelven y culminan una atmosfera única en Santuario.

CONCLUSIÓN

Diablo IV es la obra cumbre de Blizzard Entertainment para esta saga. El juego es el mejor de todos los Diablos sin ningún tipo de duda. Su argumento e historia son únicos y están armados con buenos cimientos. La atmosfera que han conseguido transmitir a Santuario; decadente y oscura, gutural y aterradora, pero bella a la vez, es maravillosa. El apartado técnico es sublime, un mapa abierto, multijugador, vibrante, y dinámico, con decenas de biomas diferentes cargados de detalles. Visualmente parece el trabajo de un RPG en primera persona llevado al juego isométrico característico de Diablo IV. Detalles por todos lados, escenarios vivos que reacciona a ti, inundado de físicas que transmiten viveza en el entorno y que unido a un apartado sonoro espectacular nos encogerá el corazón. Diablo IV te embaucará y atrapará, como ha hecho Lilith; y por ello lo seguiremos y adoraremos hasta las puertas del maldito infierno o del anhelado cielo.

Diablo IV

79,99 €
9.5

Graficos

9.5/10

Sonido

9.7/10

Ambientación

9.3/10

Jugabilidad

9.4/10

Pros

  • Historia increíblemente creada y desarrollada.
  • Gráficamente un referente de la generación.
  • Apartado sonoro digno de un Oscar.
  • Adictivo, divertido y un pozo de horas

Cons

  • Precio de salida algo elevado.
  • Mazmorras con mecánicas muy similares.
  • Seguimiento de misiones poco intutivo.

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