Nobisura Kage será nuestra espada fiel en Shadow Warrior 3
Recuerdo la primera vez que jugué a Serious Sam. Me lo pasaba genial reventando oleadas de enemigos con multitud de armas de diferente calibre. Su protagonista, todo un irreverente a la altura de Duke Nukem, te metía de lleno en la atmósfera absurda donde se desarrollaban los tiroteos. Una propuesta clara y concisa donde imperaba la diversión por encima de todo. Años después tuve la oportunidad de analizar Shadow Warrior en la web, y estaba convencido de que iba a ser un clon del propio Serious Sam. Para mi sorpresa, descubrí una propuesta rica en posibilidades, con unas mecanicas jugables únicas y con una trama que iba más allá de reventar todo aquello que se mueve. Y aquí estamos de vuelta, con una tercera parte que prosigue el camino recorrido por las anteriores iteraciones, pero con mucha más acción, humor y momentos únicos. ¿Dispuestos a salvar el mundo… otra vez?

Ríete mientras disparas (o dispara mientras ríes)
Lo Wang volverá a ser el protagonista de Shadow Warrior 3. Seguirá siendo igual de irreverente, maleducado y “gallito” que en el pasado, aunque en esta ocasión estará desesperado porque es incapaz de vencer al gran enemigo que ondea los cielos: el gran dragón ancestral. Para poner fin al reinado de esta bestia oscura y la invasión de yokáis que genera, nuestro héroe deberá contar con la ayuda de varios amigos (y enemigos) que le guíen hacia la victoria.
El estudio encargado de la serie, Flying Wild Hog, sabe muy bien resaltar los puntos fuertes de su juego. En esta ocasión, han dado mucho más protagonismo a Lo Wang. Mientras que en su primera entrega apenas veíamos su cara, ahora todo el título está plagado de cinemáticas llenas de humor donde vemos al protagonista “haciendo el payaso”. Y ojo, funciona muy bien. Cada poco tiempo hay un “gag” que rompe con la acción desmedida y provoca que esbocemos una sonrisa. Si a eso le añadimos unas conversaciones cargadas de ironía, insultos y canciones estúpidas, estaremos dentro de la propuesta a los cinco minutos.

Para arriba y para abajo
Pero claro, no sólo de las risas vive Shadow Warrior 3. Notamos una evolución significativa en su apartado jugable, y es que el gunplay se siente mejor que nunca. Salvando las distancias, en cierta medida la jugabilidad me recuerda a las últimas entregas vistas de Doom. El incesante bombardeo de balas, tiroteos y ataques de los rivales nos obligarán a estar en constante movimiento, usando las armas más adecuadas según el tipo de rival y a utilizar todo lo que es escenario nos ofrece para salir airosos de cada situación.
Mención especial al gancho con el que contaremos en esta tercera entrega. Gracias a este accesorio, podremos columpiarnos por el escenario, llegar a zonas de otra manera inaccesibles y en definitiva, buscar estrategias para reventar a los enemigos. Esto provoca que el juego también gane mucho en verticalidad, que le sienta a la propuesta como anillo al dedo.

Saca brillo a tus armas
Las armas son genéricas en su funcionamiento, pero únicas en diseño. Tendremos la típica pistola, escopeta, uzis, lanzagranadas, etc. pero con habilidades especiales que iremos desbloqueando a medida que vayamos encontrando los orbes ocultos por el escenario. Por supuesto, la “reina del baile” sigue siendo la katana, el principal encanto de la saga y que seguirá contando (y cortando) con habilades especiales que la hacen indispensable en cada refriega.
Reitero en lo mismo de antes, las reminiscencias con Doom están presentes, y en uso de las armas lo vemos claramente. Aparte de movernos sin cesar por el escenario buscando la mejor estrategia para vencer a los yokáis, habrá que elegir el arma adecuada en cada situación. Estaremos constantemente cambiando de rifle según el enemigo que nos topemos, y habrá que tener en cuenta tanto las habilidades innatas desbloqueadas para ese arma, así como otros factores dentro del escenario que nos ayuden en nuestra aniquilación de demonios. ¿Ves esos pinchos en la pared? Pues hoy me apetece ensartar a alguien. ¿Este botón activa una trituradora? Pues ahora que pasa una horda de enemigos es el mejor momento para ponerla en funcionamiento.

Enemigos locos de remate
Os aseguro que no me he cansado en toda la aventura de reventar enemigos con plomo o descuartizarlos con la katana. La progresión se mantiene en todo momento, con nuevas maneras de afrontar el combate, nuevos enemigos (cada vez más poderosos) y nuevas ejecuciones, a cada cual más visceral. Y hablando de ejecuciones, tenemos los denominados remates. Habrá que sopesar a qué tipo de enemigo “rematamos”, ya que este movimento final nos proporcionará una bonificación o poder especial durante un tiempo limitado. De nuevo, todo ello adorna una coreografía de saltos, disparos y cambios de estrategia que le sientan de maravilla a Shadow Warrior 3.
Además de la propia dificultad que nos presenta el juego en sí, habrá una serie de desafíos esperando a ser completados. Obviamente esto es opcional…hasta cierto punto, ya que completar cada objetivo propuesto por el juego nos bonificará con orbes para seguir mejorando nuestras armas. Una buena manera de dar lo mejor de nosotros mismos, sacar partido a todas las armas y no caer en la rutina.

Ven aquí, demonio
No todo es perfecto, obviamente. Pese a lo espectacular, visceral y sangriento que puede llegar a ser, Shadow Warrior 3 falla en su contundencia. La katana parece que atraviesa enemigos sin ningún tipo de dificultad. Es como si golpeases al aire, y eso rechina. También pasa lo mismo con las armas. Si estas a dos palmos de un enemigo con la escopeta o con el lanzagranadas, por muy grande que sea el enemigo, algo de “cosquillas” debe hacerle cuando apretamos el gatillo. Pues nada, en este juego no se quejan mucho de eso.
Y es que aparte de la falta de contundencia en las armas, la inteligencia de los yokáis también brilla por su ausencia. Esto no es nuevo, ya lo vimos en las pasadas iteraciones y es la manera de plantear el juego. Pero puestos a realzar todos los aspectos en Shadow Warrior 3, se podía haber dotados de diversas estrategias a los enemigos. Aunque fuera sólo a los más grandes. Por desgracia, cada demonio tiene un rol muy específico en la batalla: o te persigue o te dispara desde lejos.

Un Japón en ruinas
Dentro del apartado visual encontramos todo un espectáculo de escenarios basados en la escenografía oriental. Es increíble el trabajo que hay detrás de cada fase, cada una de ella mejor que la anterior. Empezamos fuerte a lomos del gran dragón, pero luego recorreremos bosques con cerezos en flor, presas con unas vistas espectaculares y un sinfín de recovecos y cuevas cargadas de vida y secretos esperando ser encontrados.
Un deleite para los ojos que también lo encontramos en las cinemáticas que abundan en Shadow Warrior 3. Ya no es que Lo Wang está bien animado, sino que sus compañeros de aventuras también muestran muchos detalles finos. Mención especial al toque peliculero que se le ha querido dotar a estas secuencias, con diferentes planos en pantalla que realzan su humor y dinamismo. La verdad es que no tienen despedicio.

Conclusión de Shadow Warrior 3
Quienes ya conozcan las aventuras y peripecias de Lo Wang en anteriores entregas, no tienen excusa para meterse de lleno en esta tercera parte. El estudio Flying Wild Hog ha conseguido mejorar de manera significativa todos los aspectos hasta ahora vistos en la saga, propiciando una aventura llena de frenetismo, disparos y humor. La verticalidad que proporciona el gancho hace que los enfrentamientos sean más variados y originales que nunca, manteniendo al protagonista en constante movimiento sin apenas tiempo para pensar.
Las armas siguen siendo una parte esencial como buen shooter que es, y aunque es cierto que podian ser más contundentes, todas ellas son muy accesibles. Como en la archiconocida entrega de ID software, no bastará con centrarnos en un tipo de arma, sino que habrá que alternar entre varios tipos dependiendo al yokái al que nos enfrentemos. Eso sin contar con la katana, principal reclamo de la saga y que vuelve para rebanar todo lo que se ponga por delante. Como veís, una propuesta que no reinventa el género, pero que consigue entretener mucho, descargar adrenalina por un tubo y nos hace esbozar una sonrisa por las payasadas que Lo Wang realiza en su paso por un mundo devastado y repleto de demonios.