Humble Reeds nos muestra un juego tranquilo de gestión donde expandirse no es lo importante. Lo que cuenta son las ranas.
Es la época, por lo menos en el hemisferio norte, de la ruptura de la rutina. El calor y los días más largos invitan a salir del trabajo y realizar actividades que el resto del año son más difíciles de hacer. Es el momento ideal para volver al pueblo, reconectar con el niño interior y ¿criar ranas? ¿por qué no? Esto es lo que propone el estudio francés Humble Reeds con Kamaeru: A Frog Refuge.

Cloe acaba de terminar un proyecto en la ciudad y decide descansar volviendo al pueblo de su infancia y encontrarse con Axel. El típico amigo que a pesar de verse sólo en periodo de vacaciones mantienen un lazo eterno. Antaño pasaban las horas en los humedales disfrutando de la naturaleza y admirando todo tipo de ranas. El paso del tiempo y el cambio climático ha deteriorado el ecosistema. Los humedales se han secado y la fauna y flora que con ellos crecía ha desaparecido. Axel tiene un plan: recuperar el maravilloso paraje y abrir un refugio para ranas. Cloe decide que el descanso de su labor consistirá en ayudarle trabajando duro para sacar adelante el refugio de ranas.
Restaura la biodiversidad
El Santuario es la excusa para restablecer el entorno. El verdadero motor es el humedal y recuperarlo nos dará los recursos necesarios para alimentar a las ranas (insectos) y crear productos ecológicos para poder conseguir reputación y dinero para reparar la biodiversidad de la zona. En mis propias carnes he vivido el disfrutar las vacaciones en el campo y no parar de arreglar, plantar, invertir dinero, tiempo y sudor en mejorar mi alrededor. Los juegos de gestión de granja han captado esa cuestión de no parar de crecer y realizar tareas con los ojos puestos en la siguiente de una forma excepcional.
Kamaeru: A Frog Refuge dista de ser tan agresivo en cuanto al crecimiento y aboga por una evolución sostenible. Un desarrollo muy ecológico huyendo de automatismos de explotación. Aspiramos a recuperar el humedal. No se puede centrar en producir un recurso sino que se necesita un equilibrio para poder crecer de manera correcta. Tanto es así que el propio terreno en el que trabajamos es bastante limitado, obligando a mejorar más con la distribución de los elementos que con el crecimiento.

Todo hay que decirlo, las plantas que recuperamos no son muy diversas y no dan pie a mucha libertad. Sí que hay bastante variedad en la fabricación de productos a base de materia prima. Esto o bien nos reporta dinero para crecer (poco), comprar elementos decorativos del refugio u obtener reputación. La reputación es el sistema de niveles que desbloquea nuevos ítems, personajes y diferentes biomas en puntos distintos del planeta, estableciendo lazos con otros humedales, con su propia biodiversidad y crecimiento. Los humedales crecen en la medida que “atrapan” el CO2 del ambiente, esto es lo que atrajo a los desarrolladores para crear Kamaeru: A Frog Refuge.
Si lo construyes, entonces ellos vendrán
Todo esto está muy bien, pero ¿y las ranas? Estos adorables seres son libres de hacer lo que les plazca, para eso sirve un refugio. Nuestra interacción con ellas es mínima, como debe de ser, haciéndoles fotos y dándolas de comer bichos que crecen en los humedales. Al interactuar entran dentro de nuestra Ranadex (¡hazte con todas!) pudiendo clasificar unas 500 que irán apareciendo con la evolución del refugio o las labores de los miembros de la comunidad.

Kamaeru: A Frog Refuge crece a base de personajes. A Cloe y Axel rápidamente se les une una científica que estudia a las ranas, incluso las crea mezclando diferentes especies. Esto llama poderosamente la atención viendo el aura de ecologismo y sostenibilidad de todo el juego. Pero el personaje (una cirujana retirada que se dedica a estudiar a las ranas y las adora sobre todas las cosas) es suficientemente entrañable para que el hecho de jugar a ser dios no desentone. Todos los personajes casan muy bien con el espíritu altruista y cooperativo que respira el juego. Cada figura ejerce como motor para impulsar una nueva dinámica al refugio y sólo eso. Se echa de menos alguna conversación más para poder ahondar en sus historias porque todos parecen majísimos y daría más profundidad y ese sentido cooperativo que sobrevuela en el juego.

Wholesome game
Técnicamente se nota que su desarrollo estaba pensado para manejar con ratón ya que sólo movemos el puntero y navegamos por menús. Pero el port a consolas está bastante conseguido utilizando sabiamente los botones del mando para crear atajos, haciendo un sistema de juego muy fluido, acorde con el tono cozy que transmite todo. Hasta los minijuegos que hay para crear algunos productos son simples, tranquilos y muy cute. Lo mismo sucede con su apartado artístico, con colores pastel y acuarela dibujan hasta tres biomas bien diferenciados por su paleta cromática. A pesar de que el estudio es francés, el estilo de dibujo tiende al manga, con una animación casi inexistente, sólo para señalar que es un mundo vivo. Los únicos movimientos que verás son los de los topos y cigüeñas que habitan los humedales.

Conclusiones
Es como ese momento en que te sientas con una cerveza a ver cómo el sól se pone después de una jornada de campo satisfactoria (que hay muchas que no lo son). Kamaeru: A frog refuge no pretende ser un juego de crecimiento eterno como pueda ser un Stardew Valley, ni tan profundo tampoco. Rechaza los automatismos para crear un mundo realmente sostenible, calmado y amistoso.
Se lanzó durante el Wholesome Direct de este mismo año y con todo el sentido. Puede parecer simple, pero lo que realmente pretende es no ser agresivo. Y aunque un humedal lo podamos recuperar rápido, hay 3 biomas con los que poder interactuar a la vez viajando por las diferentes partes del mundo viendo a las ranas relajarse en su entorno natural. Los personajes son planos y en mi opinión deberían dar más de sí para aportar otra dimensión a la hazaña que estamos realizando por el planeta. Amable puede ser la palabra que más define a este juego.