Awfully Nice Studios nos presenta The Bug Butcher, un simpatico indie donde los bichos serán nuestra mejor y peor pesadilla.
Aunque la tendencia en los videojuegos es avanzar mejorando mecánicas y puliendo la jugabilidad, a veces sienta bien dar un paso atrás y buscar en el baúl de los recuerdos un control sencillo, producto de la limitación de la época. Eso nos lleva a recuperar las bases de un juego querido por todos nosotros y causante de que nos dejáramos más de una paga en los salones recreativos. Sí, nos referimos a Pang!, ese juego de Capcom con las pompas más peligrosas jamás vistas en un videojuego que tuvo hace bien poco una nueva entrega sin muy buenas críticas. Por suerte, el último sucesor espiritual que analizamos bajo estas líneas, The Bug Butcher, sí que recoge el testigo añadiendo conceptos muy interesantes como os explicaremos a continuación.
The Bug Butcher nos adentra en una estación espacial infestada de bichos de diferente clase, colores, tipología y composición. Esto genera el caos en la estación y la llamada de socorro por parte de los científicos a la única persona capaz de erradicar a todo bicho viviente: Mr. Butcher. Nuestro asesino de insectos alienígenas contará con una pistola multifuncional a la par que efectiva, con el único problema de que únicamente podrá disparar hacia arriba. Por suerte, los bichos que han hecho de la estación espacial su nueva casa le gustan las alturas, y siempre serán un blanco fácil pese a nuestras limitaciones. Aquí es donde entra en juego la mecánica de Pang! , ya que tendremos que eliminar todo bicho viviente que pulule en la estación , a la vez que usamos la destreza de nuestro personaje para no ser impactado por uno de estos animalillos.

La aventura principal de The Bug Butcher se compone de 5 actos diferentes, cada uno de ellos en una estancia de la base espacial con diferentes cualidades y peligros. Por ejemplo, en los primeros compases de la aventura las salas serán llanas, sin obstáculos que entorpezcan nuestro disparo, pero a medida que avanzamos encontraremos habitaciones con barreras que salvaguardarán la vida de los insectos, máquinas que podrán aplastarnos, fuego en ciertas fases especiales dentro de un ascensor, etc. Todo esto sin contar con el otro gran reclamo del juego: los insectos que cada vez serán más duros de pelar. Como ocurre en Pang! , una vez que matemos a un insecto grande , éste se dividirá en otros dos más pequeños y así sucesivamente. También contaremos con otros que parten ya del menor tamaño posible desde el principio de la partida, incluso otros que, directamente, no variarán de tamaño una vez acabemos con ellos. Además, cada uno de ellos contará con un patrón de ataque y movimiento particular: habrá algunos que nos dispararán bolitas hacia nuestra persona, otros nos intentarán comer, algunos más grandes aplastar, incluso habrá una serie de arañas trepamuros que intentarán succionar a los científicos que deambulen por nuestra zona de desinsectación. Mucha variedad que termina siendo la “salsa” del juego, con ese pique de conocer que criaturitas nos vamos a encontrar en el próximo nivel (con ese toque gráfico que nos recuerda muchísimo al arte de The Behemoth Games) y nuestra estrategia para no ser devorado por la horda incesante de estos bichejos.
Otro de los añadidos que serán fundamentales para acabar con la plaga en la estación será nuestra pistola. Ya hemos dicho que sólo dispara hacia arriba, pero no hemos comentado la cantidad ingente de power-ups que nos pondrán las cosas más fáciles. Encontramos desde una “rail-gun” al más puro estilo Metal Slug, hasta un láser ultra-potente, misiles o descargas eléctricas. Todas ellas muy útiles para acabar contra las oleadas de insectos que aparecerán en el tiempo establecido (porque sí, existe un tiempo límite para acabar las pantallas, y en los niveles más avanzados más vale estar atentos de recoger estas mejoras de armas antes de que el contador de tiempo llegue a cero). Aparte de estos potenciadores en el disparo, tendremos otro tipo de ayudas, que se irán cargando a medida que vayamos eliminando bichos, y que una vez alcance el 100%, podremos lanzar un golpe muy efectivo y crucial, sobre todo en los momentos más duros. Estos ataques definitivos serán aleatorios, y consistirán en congelar a todos los enemigos durante un instante, obtener invencibilidad temporal, lanzar una salva de misiles, etc. Toda ayuda es bien recibida cuando se trata de parar una plaga alienígena.

Lo malo de estos juegos indies tan directos, sencillos de jugar pero divertidos a rabiar es la duración. Estamos hablando de que la campaña principal de The Bug Butcher puede durarte aproximadamente 2 horas, consiguiendo todas las mejoras de armas y personaje. Es verdad que tiene 3 niveles de dificultad, pero lo interesante no es pasártelo en un nivel de dificultad mayor, sino en estar más arriba en la tabla de marcadores y competir con los amigos a ver quien es el asesino de bichos más eficaz. Su sistema de combos hará que intentemos hacer la partida perfecta, y más de una vez reiniciaremos una fase a medias para intentar hacerlo mejor.
Eso sí, para picarse nada mejor que el cooperativo local que tiene, ideal para cuando un familiar o amigo acude a casa y queremos reventar insectos en buena compañía. Y si eso fuera poco, hay un interesante Panic Mode, (que muchos lo recordarán de Pang!) donde recibiremos en un mismo escenario oleadas infinitas de estas criaturillas voladoras y donde tendremos que aguantar el mayor tiempo posible, antes de que se acabe el tiempo. Un verdadero desafío y autentico enganche por superarse en cada partida.

El apartado sonoro cumple su función en The Bug Butcher. No recordaremos ninguna melodía pegadiza pero tampoco molesto. Los efectos de sonido, sobre todo el de las armas, podría haberse limado un poco más, pero tampoco vamos a pedir peras al olmo tratándose de un producto independiente a un precio más que aceptable (9.99€) Eso sí, no entendemos por qué la versión de consola no tiene textos en español cuando existe el juego traducido en otras plataformas. (Aunque,para el despropósito de traducción que tiene, mejor dejarlo en inglés, también os digo…) No es que nos perdamos nada relevante, pero algunos “chascarrillos” resultan graciosos.