Los laboratorios suelen ser aburridos, pero lo que se investiga en The Assembly puede que nos llame un poco más la atención.
Es difícil comenzar a analizar un juego que no está concebido para jugarlo con el mando tradicional. The Assembly fue diseñado para el uso y disfrute de las gafas de Realidad Virtual de Playstation, con el que podíamos sentirnos dentro de un laboratorio científico lleno de intrigas, siendo nosotros el protagonista absoluto de la cámara y de nuestras acciones. Pues bien, parece ser, por lo leído en otros análisis, que el dispositivo de Realidad Virtual no funciona muy bien con el título (ya sabéis, mareos, náuseas, etc.) aunque por suerte o por desgracia se puede jugar con mando de manera tradicional. Por suerte, porque aumentamos de esta manera la biblioteca de títulos disponibles en nuestra Xbox One. Por desgracia porque, como he dicho en las primeras líneas, la propuesta de The Assembly no está suficientemente preparada para jugarla con mando, y por otras razones que os desgranaremos en estas líneas.
El título desarrollado por nDreams podíamos describirlo como una aventura gráfica que no es aventura gráfica, un juego de puzles que no alcanza a ser un juego de puzles, o un juego de exploración que no contiene suficientes elementos de exploración. Más bien podríamos categorizarlo como una “experiencia” de 4-5 horas sobre la vida en un laboratorio secreto (cuyo nombre da vida al título, The Assembly) y sin la vigilancia del gobierno lo que les proporciona carta blanca para realizar todo tipo de experimentos y pruebas.
En esta ocasión manejaremos a dos personajes que trabajan en el mismo emplazamiento, con historias completamente diferentes salvo por momentos muy puntuales donde se entrelazarán. Por un lado, tomaremos el control de Caleb Pearson, científico veterano de The Assembly que observa cómo están investigando a sus espaldas una cepa de un virus mortal que ocasionó una tragedia años atrás. Su deber, y el nuestro, será desentramar todo ese complot que existe a sus espaldas y sacar a la luz el peligroso experimento que se está llevando a cabo en el laboratorio. Por otro lado, tomaremos el papel de Madeleine Stone, otra científica que inicia sus andaduras en The Assembly después de una pésima experiencia en su anterior trabajo fuera de esta organización. Como “novata” en el complejo, deberá superar una serie de pruebas para obtener el visto bueno, ya sea resolviendo puzles, asesinatos simulados y otro tipo de desafíos para demostrar su nivel de inteligencia.
Como veis, cada personaje tiene su rol específico en The Assembly: mientras que los capítulos con Caleb se basan más en la exploración e ir recogiendo evidencias, los capítulos de Madeleine estarán más centrados en superar las distintas pruebas para entrar a trabajar en el complejo. Tanto unos episodios como otros pecan de lo mismo: se hacen lentos, pesados y en ocasiones aburridos. No creo que el problema sea por la trama en sí, ya que, aunque la de Madeleine sea algo más floja, las traiciones sufridas por Caleb pueden llamar nuestra atención. El principal problema reside en la falta de momentos álgidos, con giros de guión o con situaciones que nos quiten el aliento. Puede que The Assembly esté desarrollando un virus que asole naciones, que nosotros tendremos la sensación de que es “un día más en la oficina”.
La jugabilidad tampoco ayuda, ya que The Assembly está muy limitado (por motivos de manejo con la Realidad Virtual) y podremos realizar pocas acciones. Nos hartaremos de abrir y cerrar cajones, mirar correos a través del ordenador, introducir claves en teclados y comandos de ese estilo. Es cierto que existen puzles y situaciones algo más variadas, pero ni suponen un desafío ni ves que haya “recompensa” después de completarlos. Los haces y ya está.
Gráficamente cumple, ya que pese a tratarse de un título independiente, encontramos elementos en pantalla, con habitaciones personalizadas con pertenencias personales de cada científico, aunque se abusa de la cantidad de laboratorios y despachos, pudiendo haber diseñados otro tipo de salas distintas para ofrecer mayor variedad. Aunque no vemos al personaje al tratarse de un juego en primera persona, podrían haber trabajado un poquito más en el movimiento de sus manos o de sus piernas, las cuales nunca veremos. Todas las puertas se abrirán sin que las empujemos, los teclados se activarán sin que los pulsemos, y cuando estemos sentados no veremos nuestras piernas (es más, veremos el fondo de la silla…)
Lo peor de todo se la lleva el apartado sonoro sin duda alguna. Lo primero, el juego no viene ni doblado ni traducido al castellano, y en un título con tanta palabra técnica y con misterios e intrigas con cierta profundidad de guión, se hace muy pesado seguir el hilo en todo momento. A esto tenemos que añadir que las conversaciones suelen ser bastante fluidas, por lo que deberemos pertenecer muy atentos a los textos. Si superamos ese bache, aun tendremos que superar los “monólogos” que ambos protagonistas se marcan (en especial Caleb), con chascarrillos que repetirá una y otra vez. Si a esto le sumamos un apartado sonoro prácticamente nulo, obtendremos un apartado que se hunde por su propio peso. Atentos los enemigos del inglés, porque sin una base más o menos buena, poco se puede disfrutar de The Assembly.