Al final, pese a la pena generalizada que causa la ausencia de Sony en el E3, seguro que seguimos contando con una feria espectacular.
Todos hemos tenido un amigo al que había que rogar que saliera, e insistir fuertemente para que estuviera con nosotros. “Venga, tío, vente que nos lo vamos a pasar genial”. Quien sabe, incluso a lo mejor ese amigo que cito en algun momento hemos sido nosotros mismos. La insistencia y apoyo que vuelca la gente hacia otra persona debe significar algo. Es un gesto bonito, de buena fe, que derrocha sentimientos y apego por ese ser. Bueno, pues se ve que Sony no entiende de eso.
Este año va a ser la segunda vez consecutiva que Sony no acude al E3, la feria más importante en cuanto videojuegos se refiere. Una ausencia para mi injustificada e injustificable, menos aún a estas alturas de partido con la próxima generación asomando la patita tras la puerta. Algunos dirán que alquilar los stands en la feria angelina son demasiado caros para Sony. Mentira. Otros dirán que no tiene novedades de peso para presentar y que prefieren mantenerse al margen. Otra mentira. De hecho, como he dicho antes, para mi no hay justificación alguna para la ausencia de Sony en la feria. Es la mayor fiesta relacionada con videojuegos, y todos deberíamos participar en ella.
No penséis que al E3 acuden las compañías con cuchillos para darse puñaladas traperas a la mínima que se descuiden (bueno, como mucho algún shuriken se lanzan). Ya vimos hace un par de años en los TGA cómo los máximos responsables de Xbox, Nintendo y Sony salían al escenario de manera afable para mostrar que prima un elemento común mas fuerte que pavonearse sobre qué consola ofrece la mayor potencia, o qué compañía posee el mejor exclusivo. Hay que cuidar la industria, y para ello hay que estrechar lazos, hacer conexiones y apoyarse mutuamente. Por ese motivo Sony debería ir al E3. Ya no solo para remar en la misma dirección con el resto de compañías que sí acuden al evento, sino para remar también con los usuarios que son afines a su marca y creen en el acercamiento que les puede proporcionar la consola nipona. Humanizar los hechos, en pocas palabras.
El futuro es incierto, y el paso a la nueva generación es un momento complicado donde las empresas tienen que andar con pies de plomo (si no, que se lo digan a Nintendo con Wii U…). Sus ideologías, planes de futuro y hojas de ruta deben quedar claras, siendo el E3 un altavoz perfecto para que todos sepan sin tapujos ni tergiversaciones lo que nos depara la ansiada “next-gen”. Me da igual lo que valga montar un chiringuito en el E3 (me gustaría saber cuanto vale una campaña gorda de publicidad de cualquier compañía), siempre puede haber algún tipo de acuerdo o abaratamiento acordado entre Sony y la ESA (Entertainment Software Association). Pero sea como sea, donde sea y con quien sea, Sony debería estar allí.
E3 es ilusión. Es contemplar el futuro. Es volver a nuestra niñez y disfrutar como enanos de todo lo que se enseña en las conferencias. Es dormir poco (o no dormir) en pos de no perderse ningún acontecimiento. Es soñar con posibles títulos que se lanzarán o agarrarse a rumores que llevan resonando semanas. Es todo y a la vez es nada. Son tantos los sentimientos, que da pena cuando una compañía no acude a la cita. Sony, ya van dos veces y es un gesto feo. No sólo al resto de compañías que acuden como mandan las tradiciones. Es un gesto feo a tu público, al cual le debes todo.
Grandioso artículo.
Me quedo con esto para mí tan importante:
“El e3 es ilusión. Es contemplar el futuro. Es volver a nuestra niñez y disfrutar como enanos de todo lo que se enseña en las conferencias. Es dormir poco (o no dormir) en pos de no perderse ningún acontecimiento. Es soñar con posibles títulos que se lanzarán o agarrarse a rumores que llevan resonando semanas. Es todo y a la vez es nada”.