Análisis de Atomic Heart para Xbox Series X.

Hace aproximadamente 5 años, un desconocido estudio ruso afincado en Chipre llamado Mundfish presentaba al mundo Atomic Heart. Este título de acción y disparos en primera persona llamó mucho la atención. Todo gracias a su espectacular puesta en escena y una base argumental que rápidamente le otorgó el sobrenombre de “el BioShock ruso”.

Tras jugarlo, puedo afirmar que esta etiqueta no es nada desacertada y que estamos ante un claro sucesor espiritual de la obra de Irrational Games y 2K. No obstante, el juego no es perfecto y de vez en cuando deja ver algunos engranajes sueltos en esta robotizada fantasía imperialista. Una vez dicho esto, voy a servirme una copa de mi mejor vodka para empezar con este análisis.

Comunismo 2.0

La historia de Atomic Heart nos sitúa en un año 1955 alternativo, donde la Unión Soviética ha salido victoriosa de la Segunda Guerra Mundial. Dicho triunfo ha impulsado el desarrollo tecnológico de este Estado federal. Incluso ha conseguido alzarse como la potencia líder, siendo temida hasta por los Estados Unidos, su mayor rival. La URSS domina el mundo gracias a la robótica y al descubrimiento del polímero. Esta misteriosa sustancia permite la interconexión entre toda clase de aparatos y otorga ciertas habilidades a quien los usa. Además, sustenta prácticamente todo el potencial de la unión de repúblicas socialistas.

Atomic Heart historia

En esta utopía nos pondremos en la piel del mayor P-3, un excombatiente de la guerra malhablado y rudo. En el llamado “día de la polimerización”, elegido para el lanzamiento de Kollektiv 2.0 (una red neural o conciencia colectiva que permitirá a las personas acceder a toda la información al instante y controlar a los robots con la mente), nos encargan visitar el complejo Vavilov. Nuestra misión es detener a Petrov. Aparentemente, este antiguo ingeniero y programador caído en desgracia planea sabotear el lanzamiento de la red neural. Es aquí cuando todo empieza a irse al garete.

¿Sueñan los androides con kalashnikov eléctricos?

Para no hacer spoilers, diré que, por un incidente, todos los robots de esta utópica fantasía comunista empezarán a atacarnos. Y estas máquinas no respetan ninguna de las tres leyes de la robótica de Asimov. En cuanto nos detecten, no dudarán en acabar con nosotros.

Para defenderse, nuestro camarada P-3 contará, en primer lugar, con un arma a melé. Esta tendrá un ataque normal con el gatillo derecho y un ataque pesado más potente con el izquierdo. Pero también podremos usar armas de fuego como escopetas, pistolas o armas electrificadas que utilizan la energía que generamos para pegar una buena descarga.

Atomic Heart armas

Además de todo esto, también nos acompañará Char-les. Estamos hablando de nuestro guante, que lleva una IA (con un peculiar sentido del humor) incorporada. Char-les no solamente será nuestro compañero de conversación y el que nos aporte información sobre el mundo, también nos permitirá usarlo como arma o como herramienta para resolver puzles.

“Clávame ese pedazo de hacha en la ranura para que te la ponga más dura”

Atomic Heart incorpora en sus mecánicas un fuerte componente de RPG. Gracias a Nora, una especie de nevera robótica con problemas de ninfomanía (no me lo estoy inventando, lo juro), podremos mejorar las armas subiéndolas de nivel. Además, podremos construir otras nuevas muchísimo más destructivas. Para hacer esto, tendremos que reunir los materiales necesarios, como piezas o incluso planos que nos desbloqueen nuevos modelos de armas. Es por esto por lo que será muy importante rebuscar bien en cada habitación, escenario y rincón del mapa.

Por otra parte, también podremos mejorar a Char-les o la propia resistencia del mayor P-3. Con el polímero, dotaremos a nuestro guante con poderes muy similares a los que nos otorgaban los plásmidos de BioShock. Estos incluyen algunos como lanzar rayos, congelar o elevar enemigos con telequinesis para dejarlos caer de golpe. Del mismo modo, podremos crear munición elemental de fuego o eléctrica, por ejemplo.

Saber usar los daños elementales y combinar bien los poderes con las armas es importantísimo para el combate. Cada enemigo tiene sus fortalezas y debilidades que deberemos descubrir para que los enfrentamientos no se nos hagan cuesta arriba.

Y es que dichas contiendas contra los robots a veces se hacen injustamente duras por la cantidad de enemigos que aparecen en pantalla. El gunplay es bueno, pero no perfecto para lo exigente que es a veces el juego. Aunque tampoco descarto que en la versión de PC del título el control sea más preciso jugando con teclado y ratón.

Mundo abierto y plagado de peligros

La imperiosa necesidad que hay actualmente de hacer que los videojuegos sean más grandes, seguramente haya sido el motivo por el que se ha optado por incluir un mundo abierto en Atomic Heart. Salir a la Instalación 3826, el lugar donde se desarrolla todo, es una mera escusa para cambiar entre los diferentes edificios de la trama principal. La historia es bastante lineal y no existen misiones secundarias como tal. Además, estas están basadas en explorar los diferentes complejos de la zona en busca de materiales y planos que nos sirvan para mejorar las armas y el guante polimérico.

Atomic Heart mundo abierto

Con esto no digo que explorar en el juego de Mundfish sea aburrido. El mapa es espectacular y tiene un montón de zonas llamativas que animan a ser visitadas. Cada edificio tiene sus propios puzles y zonas de plataformeo como si estuviéramos en Dying Light. Pero realizar todas estas acciones mientras nos enfrentamos (o evitamos) a ingentes cantidades de robots asesinos a veces no resulta demasiado gratificante. Mucho menos si tenemos en cuenta la recompensa que nos espera después de todo este calvario.

Por suerte, en Mundfish también han sido algo benévolos y nos han dado la posibilidad de coger un vehículo e ir a los escenarios en los que avanza la aventura.

Ni dioses ni reyes, solo las máquinas

Es cierto que las comparaciones son odiosas, pero es inevitable no pensar en BioShock cada minuto que jugamos a Atomic Heart. Es más que evidente que el estudio se ha inspirado casi en su totalidad en la obra de Irrational Games y 2K.

Su grandiosa introducción nos ubica en Chielomiey, una ciudad utópica que ha abrazado el comunismo. Los ideales soviéticos están a la orden del día y podemos ver en todo momento una sociedad feliz, con sustento casi infinito y con condiciones de igualdad soñadas. Un apacible paseo en barca por un canal nos deja contemplar los gigantescos edificios y descomunales estatuas que representan a líderes comunistas como Lenin o Stalin. Mientras las calles están llenas de globos y confeti, los retrofuturistas robots realizan las tareas de limpieza o sirven de entretenimiento a los viandantes. Ni siquiera falta un desfile con docenas de seres mecanizados que marchan ante las masas con fanfarrias de fondo. Todo un despliegue de poder que nos recuerda mucho a la ciudad flotante de Columbia en BioShock Infinite.

Pero este sueño se torna en pesadilla cuando los robots se rebelan. Es aquí cuando empezaremos a explorar las entrañas de la Instalación 3826. Un laboratorio botánico lleno de mutantes que parecen sacados de Fallout, pasillos oscuros con cadáveres de trabajadores colgando del techo o un teatro gigantesco son algunos de los escenarios por los que pasaremos. Todos ellos mantienen una atmósfera de tensión gracias a ruidos desconocidos y la música, que se intensifica cada vez que hay peligro cerca.

Atomic Heart gráficos 2

Además, al igual que en Rapture, por las paredes nos toparemos con carteles propagandísticos, pancartas y advertencias que aportarán cierta información sobre la trama o el lugar en el que nos situemos. Incluso encontraremos grabaciones de voz.

En definitiva

Atomic Heart es un shooter de acción en primera persona con elementos de RPG que, sin ser perfecto, allana el camino a posibles futuras entregas. Mundfish ha sabido crear una historia muy atractiva, inspirándose en grandes clásicos de la ciencia ficción y poniendo como marco un utópico mundo robotizado en los años 50 gobernado por la Unión Soviética. Si a todo esto le añadimos el espectacular motor Unreal Engine 4, nos hallamos ante un título que saca músculo con su apartado gráfico. La iluminación, reflejos y efectos de postprocesado nos dejarán con la boca abierta y enmascaran bastante bien algún que otro bug en las cargas del escenario.

Pero está claro que aún le quedan varios detalles por pulir, no lo vamos a negar. Su vistoso mundo abierto se ve empañado por la ausencia de misiones secundarias y una desmesurada cantidad de enemigos. Aun con todo esto, estamos ante un juego entretenido y desafiante que nos atrapará con su atmósfera opresiva, sus bizarros personajes y su peculiar sentido del humor. Si eres fan de la saga BioShock, no dudes en probar este juego que, además, está disponible desde su lanzamiento en Game Pass. Ve ahí y acaba con todos esos cabrones carbonizados, ¿quieres?

Atomic Heart

69,99 €
8

8.0/10

Pros

  • La ambientación retrofuturista
  • El juego es todo un portento a nivel gráfico
  • Bastantes opciones de personalización para las armas
  • Doblaje en español muy bueno
  • El mundo abierto es interesante pero...

Cons

  • su exploración se ve entorpecida constantemente por exageradas cantidades de enemigos
  • Ausencia de misiones secundarias
  • Ciertos problemas de carga típicos de los juegos de mundo abierto

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