Candle Knight es el primer título de Dracma Studios, un plataformas con aires a metroidvania que se queda un poco corto en algunos aspectos.
Candle Knight es el primer juego del estudio independiente Dracma Studios, con sede en Mérida, México. El juego es un plataformas de acción con una perspectiva y scroll lateral en 2.5D. Aunque si bien es cierto que el título en algunas fases usa una perspectiva cenital o incluso una más 3D con elementos interactuables.

En Candle Knight manejamos a un pequeño caballero en miniatura que se mueve por un castillo a escala humana. Por lo tanto, vamos a encontrarnos escenarios llenos de detalles para humanos, y a escala humana por los que nuestro diminuto caballero tendrá que vérselas para poder avanzar saltando y sorteando los gigantescos obstáculos.

Argumento flojo
La historia esta poco clara, es cierto que a medida que se avanza la trama se va despejando un poco, pero de entrada esta bastante ausente. Esto pesa mucho a la hora de conectar con el juego y el personaje. Además, esta contada de una manera tan críptica que algunas veces aclara poco o nada.

Argumentalmente, básicamente avanzaremos por el castillo eliminando enemigos y encendiendo cálices a modo de checkpoints. Nuestro Candle Knight, lleva en la cabeza una vela, ésta juega un papel crucial en la jugabilidad del título. Y es que, a medida que matamos enemigos, o encendemos velas podremos acumular hasta 3 niveles de llama. A más nivel de llama mas daño podremos hacer a los enemigos, pero también recibiremos mucho más daño en cada golpe.

Mecánica “llamativa”
El nivel de llama se puede bajar a nuestro antojo, en mi casa algo muy útil, porque prefería hacer menos daño, pero también recibir bastante menos. Con el nivel de llama a 3, muchos enemigos te bajan el 70% de la vida de una sola estocada. A pesar de introducir esta novedad, el resto de la jugabilidad no se aleja de lo visto en otros títulos del mismo género. Saltar por el escenario, matar enemigos y desbloquear habilidades que nos permitirán hacer algo de backtraking (explorar hacia atrás el escenario para acceder a sitios antes inaccesibles).

Un punto favor es que el backtraking del juego se realiza a través de los cuadros del castillo, nos introduciremos en las diferentes pinturas que decoran la inhóspita fortaleza y podremos movernos por ellos para volver, por ejemplo, desde un cuadro del final del escenario, a otro que había por el principio. Esta mecánica esta bastante lograda, porque el tránsito a través de las pinturas también exige saltos y algo de coordinación.

Niveles y Jugabilidad
Los escenarios no apartan excesiva diversidad y es cierto que, a pesar, están cuidados en detalle, al final se hacen anodinos. Para más inri, la parte más metroidvania, en cuanto al diseño de niveles, es bastante básica y no sorprende en casi ningún momento. Los atajos o zonas normalmente acaban en sitios muertos, con un cofre y con poca conexión con el resto del escenario a nivel “organizativo”.

A pesar de contar con algunas bondades, Candle Knight, se siente tosco y pesado en la ejecución de los movimientos. Esto es una losa muy pesada para un juego de este tipo, si el personaje no se siente ágil el título se puede hacer muy tedioso. Y este es el caso. Nuestro caballero es bastante rudo en el movimiento y algunas animaciones como atacar hacia arriba o abajo mientras saltas no existe. Esto limita la forma de afrontar los encuentros. Tampoco es posible encadenar dos animaciones seguidas, siendo el timing del golpea bastante limitado.
Todo ello unido a movimientos de cámara poco fluidos y coherentes hacen que te vuelvas loco. La cámara se aleja y acerca en función de la zona donde estemos, pero no lo hace de manera natural y orgánica, sino de manera brusca, sacándote del juego todo el rato.

CONCLUSIÓN
Candle Knight es un título que intenta atraparnos con su propuesta metroidvania, pero que no lo consigue. Su inconsistencia en el diseño de niveles, poco imaginativos y bastante monótonos no enganchan. Para colmo la historia es bastante compleja y la forma de contarla se enreda en mensajes crípticos que no hace que enganches en ningún momento. Por último, la jugabilidad tan tosca de la que hace gala supone el último clavo en el ataúd de nuestro pequeño caballero.