Análisis de Duck Detective: The Ghost of Glamping para Xbox Series X. Una secuela continuista pero igual de divertida para el pato detective.
A lo largo de la historia, siempre han existido grandes detectives que han cautivado con su ingenio y capacidad para desentrañar los misterios más retorcidos. Sherlock Holmes con su mente afilada, Hercule Poirot con su meticulosa observación, Benoit Blanc con su audaz determinación. Cada uno tiene su propio estilo, su método infalible y su manera única de encontrar la verdad entre sombras y sospechas. Pero no todos estos investigadores saben lucir sombrero y gabardina tan bien como Eugene McQuacklin, el protagonista de Duck Detective: The Ghost of Glamping.
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Os hablo de la secuela directa de Duck Detective: The Secret Salami, el título con el que el estudio alemán Happy Broccoli Games nos encandiló el año pasado gracias a sus simpáticos personajes. Ahora, nuestro emplumado detective con una preocupante obsesión por el pan está de vuelta en esta segunda entrega que trae más investigaciones y humor. ¿Estáis dispuestos a resolver el misterio del camping maldito? Pues empecemos con el caso.
Una nueva patoaventura
Eugene McQuacklin ha tocado fondo. Sí, todavía más. El detective de pico afilado y más aguda intuición se encuentra en el mayor foso posible del fracaso y el patetismo. Su exmujer no responde a los mensajes, está deprimido y su adicción al pan de molde hace que acumule rebanadas debajo de la almohada.

Por suerte, su buen compañero de piso Freddy Frederson, un despistado cocodrilo, le ha preparado una excursión sorpresa a un camping de lujo (un glamping) donde acuden influencers y demás famosillos. Casualmente, este se encuentra situado al lado de un supuesto edificio encantado. Algo a regañadientes, MacQuacklin accede a acompañarle.
Una vez allí, nuestros protagonistas descubrirán que en el lugar están desapareciendo objetos… e incluso campistas. Los paranormales sucesos despertarán el instinto detectivesco de Eugene y comenzará un nuevo caso lleno de sorpresas y misterios.
Pese a ser una segunda parte, Duck Detective: The Ghost of Glamping funciona bien como un juego independiente de la aventura principal. Al igual que las novelas de Agatha Christie, la historia se puede disfrutar perfectamente sin tener que haber pasado por anteriores entregas de la saga, aunque la experiencia gana enteros si hemos seguido la serie desde el principio.
Buenas “deduckciones” y muchos juegos de palabras
A nivel jugable, The Ghost of Glamping ofrece exactamente las mismas mecánicas de The Secret Salami. Podremos movernos con McQuacklin por distintos escenarios, interactuando con diferentes objetos del entorno. Con la ayuda de nuestra lupa, analizaremos cada uno de ellos buscando palabras. También podremos interrogar o investigar sospechosos para sacar más información.
Con todos estos términos relevantes, deberemos completar frases prediseñadas con espacios en blanco en nuestro cuaderno de “deduckciones” y así llegar a conclusiones sobre el caso. Por su parte, obteniendo los nombres de los personajes y su información, podremos construir perfiles de cada sospechoso que ayudarán a resolver más fácilmente estas oraciones.

También tendremos un inventario de objetos clave que iremos recolectado para resolver el caso. Algunos objetos serán para interactuar, como llaves que nos permitan acceder a una nueva ubicación, mientras que otros servirán para mostrárselos a los sospechosos o para revisarlos como notas, artefactos, fotos, etc. En una tercera sección se nos guardarán las evidencias.
Por último, contaremos con un mapa que nos indicará nuestra localización y las ubicaciones desbloqueadas según nuestro progreso. Pero además de esto, también podremos ver dónde está cada personaje en cada momento y saber si alguno de ellos tiene más información para el caso, algo muy útil en caso de que no sepamos con quién tenemos hablar o por si nos dejamos cabos sueltos.
Elemental, querido Cuacson
A nivel técnico, el título de Happy Broccoli Games nos ofrece un apartado visual que combina dos estilos de forma curiosa. Por un lado, los personajes tienen diseños sencillos pero muy característicos en 2D. Son como pegatinas que se desplazan por los escenarios y se voltean según la dirección en la que nos movamos con ellos, muy estilo Paper Mario. Por otra parte, los escenarios se sienten tridimensionales. Están muy elaborados, con paletas de colores variadas y adaptadas a cada entorno. También poseen gran nivel de detalles, pero sin sentirse en ningún momento recargados.

Volviendo a los colores, su utilización en el gameplay sirve para facilitar la identificación de palabras con el mismo tono. Esto es algo que ayuda mucho al completar las deducciones del cuaderno, aportando a su vez más contexto al tipo de términos que estamos analizando.
Respecto al sonido, Duck Detective: The Ghost of Glamping sigue manteniendo el maravilloso doblaje en inglés de su anterior entrega. La interpretación de los actores y actrices de doblaje es más que sobresaliente. Todos los personajes tienen su personalidad y formas de hablar que los hacen únicos. Eugene McQuacklin, por ejemplo, es la parodia del típico detective rudo, solitario y venido abajo. Constantemente tiene monólogos internos y divagaciones sobre el caso. Pero aparte del pato detective, también tendremos un conejo esnob con acento francés, una paloma tímida, una castora impasible o a Freddy, el cocodrilo compañero de Eugene, que hace de alivio cómico en el juego.
Para acabar, todo esto irá acompañado por una banda sonora de jazz relajante que le sienta como anillo al dedo.
En definitiva
Duck Detective: The Ghost of Glamping es una aventura detectivesca muy continuista, tanto para lo bueno como para lo malo. Eugene McQuacklin está de vuelta con un nuevo caso igual de entretenido y absurdamente divertido, el cual mantiene ese humor que tanto nos gustó del original. Por desgracia, no innova en mecánicas, ofreciéndonos exactamente el mismo sistema de juego que su anterior entrega.
A pesar de ser un título breve (en 3 horas se puede acabar), sabe compensarlo con diálogos ingeniosos, personajes carismáticos y un misterio que nos engancha de principio a fin. No estamos ante un thriller complejo, pero tampoco lo pretende. Es un juego diseñado para disfrutar sin complicaciones, con una historia que fluye y una estética muy original. En resumen, la obra de Happy Broccoli Games es la prueba de que no hace falta un mundo enorme ni una jugabilidad hipercompleja para pasar un buen rato resolviendo crímenes. Solo necesitas un pato con una gabardina y mucho instinto detectivesco.
