La invasión alienígena cobra diferentes formas, y en Iron Meat la tendremos de una manera visceral. Literalmente.
Uno de los mejores géneros para desfogar toda nuestra ira son los run´n gun. Ese disparo constante reventando a hordas y hordas de enemigos produce una sensación de bienestar que la pudimos experimentar bien en los recreativos en los años 90. Tomando esas claras referencias a las joyas de antaño, tenemos Iron Meat, un título donde la supervivencia de nuestros soldados se rige por nuestros reflejos esquivando balas y la potencia de nuestro rifle.

Juego no apto para veganos
Con poquito que juguemos a la obra desarrollada por Ivan Valeryevich y Retroware sabremos sus posibles inspiraciones. Una de ellas, y la más latente, tiene que ver con la saga Contra. La manera de moverse de nuestros protagonistas, los potenciadores y el esquema de cada fase nos devolverá a esa emblemática saga. Un baile de balas que debemos esquivar saltando, agachándonos y moviéndonos por dos alturas si el escenario nos lo permite.
Si desconocemos cualquier juego de la saga Contra, ya estás tardando en leer nuestro último análisis
La historia que rodea Iron Meat no es que sea la más original, pero al menos nos da un motivo para reventar todo a nuestro paso. Todo comienza en unas instalaciones científicas fuera de la Tierra, donde se llevan a cabo experimentos con mutaciones. Una de las pruebas consigue zafarse de su probeta, infectando todo a su paso y creando un portal dimensional que conectará directamente a nuestro planeta. Por supuesto, ahí estaremos nosotros para erradicar cualquier vestigio de vida extraterrestre.

Ticket al infierno cárnico
Para poner fin a toda esta amenaza, recorreremos seis largas fases, cada una con una temática distinta. Desde ciudades abandonadas, trenes diabólicos hasta finalmente llegar a los laboratorios donde se originó todo este desastre. Podremos enfrentarnos a la invasión como si fuéramos un lobo solitario, aunque es mucho más divertido hacer uso de la opción cooperativa local.
Y aunque la ambientación será distinta, hay momentos más repetitivos que otros. Es la mayor pega que para mi tiene el juego, ya que no hay ni una fase que rompa con las mecánicas preetablecidas. Al igual que otros juegos del mismo corte tenemos fases en motos, o pilotando una nave espacial, aquí todo siempre será a pie, en trayectos que se repiten con asiduidad.

Gatillo flojo
De todas formas, que nos os asuste afrontar Iron Meat en modo “lobo solitario”, porque aunque el juego coge reminiscencias de obras muy desafiantes, el nivel de dificultad aquí es mucho menor. Para empezar, arrancaremos cada nivel con un buen puñado de vidas (16 en total), y aunque hay momentos donde exigen lo mejor de nosotros mismos, el camino se completa sin mayores complicaciones. Ni tan siquiera los jefes finales, salvo al malo malísimo, presentan un reto imposible de superar.
Aunque nuestro fusil de plasma en su estado básico es efectivo, iremos recogiendo potenciadores que nos otorgarán varios estilos de disparo. Como si del mismo Contra fuera, podremos recurrir a una especie de rayo láser, bombas o un incluso el disparo tri-direccional tan típico de la saga de Konami. Además, si juntamos el mismo potenciador dos veces, su poder de ataque se verá incrementado. esto nos facilitará mucho la incursión por cada nivel… aunque perderlo dolerá más de lo habitual.

La buena esencia del píxel
Visualmente está claro que Ivan Valeryevich ha querido recrear ese estilo tan característico que vimos en las consolas de 16 bits, aunque mucho más enriquecido y a mayor resolución. Iron Meat soporta muy bien esa carga gráfica, con multitud de movimientos, balas y explosiones en pantalla. Es un título muy fluido que no se resiente en ningún momento, y eso se agradece. Los diseños de los enemigos son bastante sencillos, salvo en los combates al final de cada fase contra los temibles jefes finales. Ahí es donde el juego brilla más, sin lugar a duda gracias al tamaño de estas bestias. Por cierto, gran trabajo con las cámaras, que se alejan y acercan sutilmente dependiendo de la acción que haya en esa sección de fase.

Conclusión de Iron Meat
Los amantes de los run´n gun clásicos seguro que disfrutan de esta aventura frenética desarrollada por Ivan Valeryevich y Retroware. Gracias a su variedad de disparos, diversidad de escenarios y una dificultad muy bien medida, pasaremos grandes ratos haciendo trizas a nuestros enemigos. Puede que por esa esencia tan clásica eche en falta algún factor rompedor en alguna fase, como tiroteos en motos, aviones o derivados que hemos visto en juegos del mismo género. Pero aun con sus carencias y repetividad de algunos escenarios, es una alternativa excelente para pasar una tarde matando a todo lo que se mueva en la pantalla, ya sea sólo o con un amigo en cooperativo local.