Pureya es un juego de minijuegos que no te deja respirar hasta recoger todas las canicas.
El desarrollador Indie español Alva Majo crea un juego donde cada 10 segundos te cambia de minijuego con el objetivo claro de que no pares en tu vida, que recojas el mayor número de canicas para poder echarlas en una máquina pachinko y vuelta a empezar. El bucle infinito de las tragaperras.
Sólo hay que recoger canicas.
La premisa de Pureya no puede ser más inocente. Una niña jugando a una máquina pachinko que necesita de alimentada de canicas para dar bolas sorpresa se queda sin. Al intentar alcanzar un cuenco lleno se les cae esparciendo todas por la habitación llena de juguetes. Ahí se desata el infierno. ¿Viene el padre, le grita y la niña se queda sin dibujos? No, entramos en la espiral de los minijuegos, cada uno basado en el juguete que tiene cerca las canicas con el objetivo de recoger cuantas más mejor. Como mente de niño, saltamos cada 10 segundos de un juego a otro de forma aleatoria. Ansiosos como la niña, cada cinco minijuegos vamos a la máquina a gastar las canicas rápidamente y a ver qué nos toca en la tragaperras. Y así para siempre.

Los minijuegos a los que nos enfrentamos son de tal simpleza que no tienen ni presentación ni explicación. Solo hay dos acciones para hacer y dos botones para apretar en un espacio corto de tiempo. Da igual si no lo pillamos a la primera, se repetirá en algún momento. Un pingüino que salta, un cóndor que desciende una catarata, un barco que nos lanza cañonazos. En principio sólo es desplazarnos para evitar una caída o golpearnos con algún obstáculo. La rapidez, la aleatoriedad y la repetición nos hace aprender de forma ligera y divertida cómo afrontar cada reto. Porque en cada minijuego hay dos movimientos sí, pero en el mando se pueden accionar con casi cualquier combinación de botones. Esto permite abordar cada reto como mejor nos manejemos en cada caso ya sea Joystick, gatillos o los demás botones.
¡Avance! 1, 2…
Choca bastante la premisa, a la que no volveremos hasta el final, con lo que supone el juego en sí. Bebe directamente de los juegos tragaperras en el que te sientas una noche, miras la pantalla y ya es de día. En principio no has hecho nada y sólo has perdido el tiempo y tus ahorros. Para ser justos, Pureya no te roba dinero, no exige más que lo que cuesta. Pero sí que atrapa con su forma frenética de jugar y su incesante espiral de minijuegos con pachinko (que por cierto, incorpora un reloj con la hora real para tu vergüenza). A simple vista el juego es una tontería, pero un análisis más detallado pone en valor que esta chorrada enganche de la manera que lo hace. También ayuda su dificultad, que evoluciona en tiempo real según la habilidad de cada uno, llegando a límites muy locos. A más nivel, todo es más rápido y hay más recompensa. Recompensas que vienen en bolas sorpresa y son skins para los minijuegos, nuevas músicas o más minijuegos.

Loco al estilo Nipón.
El estilo artístico, aún siendo creado por un español es de influencia japonesa. Se podría decir que es un Wario Ware de 8 bits (como si la saga de nintendo fuese un tope técnico…) con ideas bastante buenas sobre las pocas mecánicas que ofrecen los minijuegos.Tiene destellos geniales de surrealismo sobrepasando a Wario y aproximándose a Bishi Bashi (por favor, sacad 7 en el pachinko). Tiene el nivel de locura que se pide a este tipo de juegos que les sienta genial. Esto, junto a las simpleza de sus gráficos y una música que también evoluciona con la dificultad hace un empaque casi redondo para este tipo de juegos. Tal vez unos gráficos demasiado toscos para una Xbox.

Los juegos antes mencionados (Wario Ware y Bishi Bashi) son juegos que, por su carácter los jugaba con amigos, los disfrutamos juntos porque eran un reto y unas risas. La falta de un modo multijugador en Pureya resta potencial al título. Y tal vez por eso es un punto más en contra de tenerlo en una consola de sobremesa en vez de en un dispositivo portátil (ya sea consola o móvil). Aunque sea un juego come horas, su inmediatez llama más a lo portátil que al ritual de sentarse frente al televisor. Si fuese con amigos todavía, pero no es el caso.
Conclusiones.
Pureya es un juego con una presentación simple, que puede ser un pozo de horas inagotable. Un vicio infinito (aunque tiene final) que pondrá a prueba habilidades y nervios a partes iguales. No soy de recomendar ludopatías, pero esta no ataca a la cartera (además es barato), pero tal vez afecte a la vida social. La propuesta artística es arriesgada, puede ganar por la bizarrada japonesa pero los gráficos resultan demasiado simples. Tal vez para un móvil o una portátil (muy recomendable).