La locura se hace videojuego gracias a Unables, una experiencia donde todo se pone patas arriba…o boca abajo, según se mire.
Cada cierto tiempo los jugadores nos deleitamos con excentricidades que rompen con la dinámica de los géneros preestablecidos. Títulos como Katamary Damacy, Rain your Parade o mismamente Goat Simulator hacen buena cuenta de ello. Siguiendo esa estela tenemos lo último del estudio 9 UNZ y Forever Entertainment. Una locura llamada Unables que os describiremos en el siguiente análisis y doned las físicas (o la ausencia de ellas, más bien) son la base principal de la aventura.
¿Os imagináis un mundo donde todas las personas fueran vagas? No, no lo que estáis pensando. Más vagas todavía. Hasta el punto de no poder levantarse del sofá ni del propio suelo. Pues eso es lo que sucede en Unables. Nadie quiere dar un palo al agua ni mover un dedo. Menos mal que estamos nosotros para controlar el escenario. Si amigos, nosotros como deidad absoluta, giraremos el mundo para hacer que la gravedad haga su efecto ante la panda de perezosos que habitan en nuestro reino.

¡Que se mueva todo el mundo!
A nuestra disposición tendremos una serie de pantallas con unos objetivos prefijados. Cada fase es una tarea completamente distinta, aunque la manera de actuar será siempre parecida. Por ejemplo, tendremos que desatar el caos en una ciudad siendo Godzilla, por lo que habrá que voltear la ciudad para que todos los edificios se incendien. O podremos girar un ring de boxeo y conseguir que ambos luchadores se den mamporros a diestro y siniestro (incluso al árbitro si hace falta). O mi favorita: echar a un grupo de hoolingans de un autobús en marcha, por muy pegajosos que sean.
Sin duda una serie de situaciones de lo más divertidas, y cada una con su manera de mover el mundo. Mientras que algunas son la locura llevada al extremo, en otras necesitaremos hacer inclinaciones sutiles para no perder el control de nuestro personaje. Hay una pantalla que parecerá el típico puzle de la bolita que deberemos ir moviendo inclinando el tablero en todas las direcciones y que requerirá un control milimétrico. Y cuando sale como planeas, el sentimiento de satisfacción es pleno. Pero no siempre sucede eso…

Un minuto de locura extrema
En la mayoría de los casos, el caos se apodera de ti. Es muy difícil hacer que el muñeco de turno responda a tus acciones. Y sí, es uno de los hándicaps impuestos aposta en Unables, como puede suceder de una manera parecida en Surgeon Simulator u Octodad. Pero a diferencia de los anteriores, aquí verdaderamente pierdes el control (y la visión) de lo que sucede a tu alrededor.
Hay fases donde parece que sacudes la típica bola de cristal con nieve y esperas a ver qué sucede. Si no es por la ingente cantidad de objetos que hay en pantalla, es porque la cámara está puesta de tal forma que no te permite ver con claridad qué narices está ocurriendo. Y bueno, si tuviéramos todo el tiempo del mundo no pasaría nada, pero para poder ganar estrellas y desbloquear nuevas pantallas, tendremos que jugar en difícil. Y en difícil tendremos sólo 60 segundos para completar el desafío.

Otra vueltecita más
Es cierto que Unables tira de la típica mecánicas de prueba y error, e incluso de ir mejorando con el paso del tiempo para hacer todos los movimientos de la manera más orquestada posible (dentro del caos que supone). Pero llegar a esas capacidades jugables se hace muy complicado. Luego tampoco es que tengamos muchos niveles… En total, tendremos 15 fases donde poner a prueba nuestro sentido de la orientación y capacidad gravitacional.
Conclusión de Unables
9 UNZ y Forever Entertainment nos traen una apuesta muy original y pocas veces vista en el mundillo de los videojuegos. En esta particular propuesta, tendremos que completar una serie de desafíos moviendo el propio escenario. Una locura que se traduce en 15 fases diferentes, cada una con sus retos, ritmo y dificultad. Y aunque sobre la mesa pueda sonar muy divertido, lo cierto es que hay fallos en el esquema. Especialmente en el control del juego, extremadamente caótico y con una cámara que no ayuda para nada a realizar las tareas encomendadas. Aunque esa torpeza a la hora de ejecutar las acciones puede que sea parte de su encanto, como ocurre en juegos similares.